INTRODUCCIÓN AL BLOG
Evangelio del día + breve explicación en un minuto.
La Iglesia antes de ser evangelizadora y caritativa es escuchadora de la Palabra.
¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen como María de Nazaret! Gracias por tu visita. Si te ha gustado añade me gusta. Compártelo en las redes.
La Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, que ilumina la vida de cada hombre y mujer creyentes. Bien sabemos que «el plan de la revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente ligadas…y la verdad profunda de Dios y de la salvación del hombre que transmite dicha revelación, resplandece en Cristo, mediador y plenitud de toda la revelación» (D.V. 2).
13Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve
sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la
gente. 14Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una
ciudad puesta en lo alto de un monte. 15Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del
celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa. 16Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean
vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos.
Celebramos el Martes de la Décima Semana del Tiempo Ordinario . La salvación nos la ha merecido Jesús de Nazaret, muerto y resucitado. Su vida, muerte y resurrección nos revela cuánto nos ama Dios.
Dios ha salido a nuestro encuentro y nos ama con criterios de compasión y misericordia, atrayéndonos desde Jesucristo con “correas de amor”.
En el Evangelio de este Martes de la Décima Semana del Tiempo Ordinario leemos el Evangelio de San Mateo (Mt 5,13-16).
Jesús llama a sus discípulos a ser luz y sal de la tierra, dos de las imágenes evangélicas más hermosas. El nuevo Reino de Dios no puede ser un grupo encerrado en sí mismo. Si quiere ser auténtico, tiene que iluminar al mundo.
Hagamos esta oración del Cardenal Newman desde la llamada que Jesús nos hace para ser “luz y sal de la tierra”: “Oh Jesús, ayúdame a esparcir tu fragancia dondequiera que vaya. Inunda mi alma de tu espíritu y vida. Penétrame y aduéñate tan por completo de mí, que toda mi vida sea una irradiación de la tuya. Ilumina por mi medio y de tal manera toma posesión de mí, que cada alma con la que yo entre en contacto pueda sentir tu presencia en mi alma... ¡Amén!”
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