BRÚJULA EN EL DINAMISMO DE LA SALVACIÓN
EL CREO NICENO-CONSTANTINOPOLITANO
PIDE LA SANACIÓN ESPIRITUAL AL SEÑOR
PARA TI Y PARA LOS TUYOS
La Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, que ilumina la vida de cada hombre y mujer creyentes. Bien sabemos que «el plan de la revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente ligadas…y la verdad profunda de Dios y de la salvación del hombre que transmite dicha revelación, resplandece en Cristo, mediador y plenitud de toda la revelación» (D.V. 2).
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús todos los publicanos y los
pecadores a escucharlo. Y los fariseos y los escribas murmuraban diciendo:
«Ese acoge a los pecadores y come con ellos».
Jesús les dijo esta parábola:
«Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos
dijo a su padre:
“Padre, dame la parte que me toca de la
fortuna”.
El padre les repartió los bienes.
No muchos días después, el hijo menor, juntando
todo lo suyo, se marchó a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo
perdidamente.
Cuando lo había gastado todo, vino por aquella
tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad.
Fue entonces y se contrató con uno de los
ciudadanos de aquel país que lo mandó a sus campos a apacentar cerdos. Deseaba
saciarse de las algarrobas que comían ¡os cerdos, pero nadie le daba nada.
Recapacitando entonces, se dijo:
“Cuántos jornaleros de mi padre tienen
abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me levantaré, me pondré
en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y
contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus
jornaleros”.
Se levantó y vino adonde estaba su padre; cuando
todavía estaba lejos, su padre lo vio y se le conmovieron las entrañas; y,
echando a correr, se le echó al cuello y lo cubrió de besos.
Su hijo le dijo:
“Padre, he pecado contra el cielo y contra ti;
ya no merezco llamarme hijo tuyo”.
Pero el padre dijo a sus criados:
“Sacad enseguida la mejor túnica y vestídsela;
ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y
sacrificadlo; comamos y celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba
muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado”.
Y empezaron a celebrar el banquete.
Su hijo mayor estaba en el campo.
Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la
música y la danza, y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era
aquello.
Este le contestó:
“Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha sacrificado
e! ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud”.
Él se indignó y no quería entrar, pero su padre
salió e intentaba persuadirlo.
Entonces él respondió a su padre:
“Mira: en tantos años como te sirvo, sin
desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener
un banquete con mis amigos; en cambio, cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha
comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado”.
El padre le dijo:
“Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío
es tuyo; pero era preciso celebrar un banquete y alegrarse, porque este hermano
tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado”».
ESPECIAL: CUARESMA 2025.
Seguro que esta lista de reproducción sobre la Cuaresma te ayudará vivirla con intensidad cristiana y con auténtico talante cristiano.
La Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, que ilumina la vida de cada hombre y mujer creyentes. Bien sabemos que «el plan de la revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente ligadas…y la verdad profunda de Dios y de la salvación del hombre que transmite dicha revelación, resplandece en Cristo, mediador y plenitud de toda la revelación» (D.V. 2).
9Al pasar vio Jesús a un hombre llamado Mateo sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: «Sígueme». Él se levantó y lo siguió. 10Y estando en la casa, sentado a la mesa, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaban con Jesús y sus discípulos. 11Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos: «¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?». 12Jesús lo oyó y dijo: «No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. 13Andad, aprended lo que significa “Misericordia quiero y no sacrificio”: que no he venido a llamar a justos sino a pecadores».
Celebramos el Sábado de la Vigésimo Cuarta Semana del Tiempo Ordinario y la la Iglesia celebra la fiesta San Mateo Apóstol.
Mateo el Evangelista, es citado con los Evangelio como Leví, hijo de Alfeo, publicano y recaudador de impuestos en Cafarnaúm. La tradición cristiana le atribuye la autoría del evangelio de Mateo. Mateo es representado como un hombre alado, en alusión al tetramorfos del profeta Ezequiel (Ez 1,10; cf Ap 4,7).
En el Evangelio de este Sábado de la XXIV del Tiempo Ordinario leemos el Evangelio de San Mateo. (Mt 9,9-13).
Jesús no excluye a nadie de su proyecto de salvación e invita a seguirle. En definitiva, no hay excluidos del Reino de Dios. La única condición es la fe, la adhesión a su persona sin condiciones.
Jesús escoge para ser discípulo a Leví, que pertenecía a los “recaudadores de impuestos”, un grupo detestado por los judíos. Y Leví responde incondicionalmente a la llamada.
Frente a aquellos que se escandalizan porque “come con publicanos y pecadores”, Jesús les recuerda, con un texto del profeta Oseas, que la misericordia es superior a cualquier sacrificio ritual y que también a los pecadores son llamados a seguirle.
Pidamos a Dios que nos de entrañas de misericordia hacia los demás como Jesús, el buen Pastor.
ESPECIAL: FIRMES Y SEGUROS EN JESUCRISTO.