LA PALABRA DE DIOS EN LA VIDA DE LA IGLESIA.
INTRODUCCIÓN AL BLOG
Gracias por entrar a este Blog: "Sácianos de tu Palabra".
Comentario al Evangelio del día realizado por el sacerdote Francisco Baena Calvo. Evangelio del día + breve explicación en un minuto.
La Iglesia antes de ser evangelizadora y caritativa es escuchadora de la Palabra.
¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen como María de Nazaret!
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INTRODUCCIÓN A LA IMPORTANCIA DE LA PALABRA
“La Iglesia ha venerado siempre las Sagradas Escrituras al igual que el mismo Cuerpo del Señor, no dejando de tomar de la mesa y de distribuir a los fieles el pan de vida, tanto de la palabra de Dios como del Cuerpo de Cristo, sobre todo en la Sagrada Liturgia. Siempre las ha considerado y considera, juntamente con la Sagrada Tradición, como la regla suprema de su fe, puesto que, inspiradas por Dios y escritas de una vez para siempre, comunican inmutablemente la palabra del mismo Dios, y hacen resonar la voz del Espíritu Santo en las palabras de los Profetas y de los Apóstoles. ” (DEI VERBUM 21)
La edición popular de la Sagrada Biblia. Versión oficial de la Conferencia Episcopal Española, ofrece el mismo texto bíblico en su integridad que la edición típica que vio la luz en diciembre de 2010, pero en un formato reducido, con introducciones más breves y con menos notas.
Es la traducción de la Biblia que se empleará en la liturgia, los catecismos y los manuales para la enseñanza de la religión en la escuela.
Era necesario facilitarla a las parroquias, colegios, asociaciones, movimientos y, en general, a todos los centros de actividad pastoral, de modo que resulte accesible a todas las economías.
La difusión de este instrumento común de referencia para el uso de la Sagrada Escritura en la vida de la Iglesia, merecía una oferta especial como esta. Así será más fácil poner la Sagrada Biblia en manos de todos los niños y jóvenes que se inician en la fe, y también de todos los fieles adultos, que han de nutrir su vida cristiana en la Escritura santa.
Es el deseo de los obispos, que encomiendan este proyecto a la intercesión de la Santísima Virgen, la Madre del Verbo de Dios encarnado, del que da testimonio la Biblia entera.
La Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, que ilumina la vida de cada hombre y mujer creyentes. Bien sabemos que «el plan de la revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente ligadas…y la verdad profunda de Dios y de la salvación del hombre que transmite dicha revelación, resplandece en Cristo, mediador y plenitud de toda la revelación» (D.V. 2).
LA PALABRA DE DIOS EN LA VIDA DE LA IGLESIA
DECÁLOGO DEL LECTOR BÍBLICO
1.-Hundir en la Sagrada Escritura
las raíces de toda Catequesis cristiana y hacerla presente siempre que sea
posible, de una manera explícita.
2.-Rodear la Biblia del máximo respeto
posible como verdadera Palabra de Dios y, enseñarlo así a los demás.
3.-Al leer la Sagrada Escritura
atender a la experiencia de fe que nos comunica, más que a los hechos o
anécdotas.
4.-Leer la Biblia con sensibilidad poética y con criterio
literario, descubrir los distintos géneros literarios, la trama que subyace en
cada fragmento, la estructura de cada texto.
5.-Leer toda Sagrada Escritura con criterio
cristiano.
Toda ella habla de CRISTO: El Antiguo Testamento lo anuncia y el
Nuevo Testamento lo cumple.
6.-Leer la Biblia con criterio comunitario. Está destinada a
ser leída en COMUNIDAD.
Sólo en el seno de la Iglesia se interpreta
correctamente la Palabra
de Dios.
7.-Leer la Escritura con criterio
vital. Ella ilumina nuestra vida y Dios nos dirige su Palabra para que sea
vivida.
8.-Llevar preparados los textos que se
proclamarán en la
Catequesis , leyéndolos con anterioridad consultando notas a
pie de página de la Biblia ,
asegurándose que se comprenden y se saben explicar.
9.-Unir la lectura de la Sagrada Escritura
con la oración. Ella es la fuente de la oración cristiana.
10.-Mantener siempre el espíritu de
formación.
Hacer lo posible por comprender cada vez más y mejor la Biblia.
“Es necesario, pues, que todos los clérigos, sobre todo los sacerdotes de Cristo y los demás que como los diáconos y catequistas se dedican legítimamente al ministerio de la palabra, se sumerjan en las Escrituras con asidua lectura y con estudio diligente, para que ninguno de ellos resulte "predicador vacío y superfluo de la palabra de Dios que no la escucha en su interior", puesto que debe comunicar a los fieles que se le han confiado, sobre todo en la Sagrada Liturgia, las inmensas riquezas de la palabra divina.
De igual forma el Santo Concilio exhorta con vehemencia a todos los cristianos en particular a los religiosos, a que aprendan "el sublime conocimiento de Jesucristo", con la lectura frecuente de las divinas Escrituras.
"Porque el desconocimiento de las Escrituras es desconocimiento de Cristo". Lléguense, pues, gustosamente, al mismo sagrado texto, ya por la Sagrada Liturgia, llena del lenguaje de Dios, ya por la lectura espiritual, ya por instituciones aptas para ello, y por otros medios, que con la aprobación o el cuidado de los Pastores de la Iglesia se difunden ahora laudablemente por todas partes. Pero no olviden que debe acompañar la oración a la lectura de la Sagrada Escritura para que se entable diálogo entre Dios y el hombre; porque "a El hablamos cuando oramos, y a El oímos cuando leemos las palabras divinas…” (DEI VERBUM 25).
De igual forma el Santo Concilio exhorta con vehemencia a todos los cristianos en particular a los religiosos, a que aprendan "el sublime conocimiento de Jesucristo", con la lectura frecuente de las divinas Escrituras.
"Porque el desconocimiento de las Escrituras es desconocimiento de Cristo". Lléguense, pues, gustosamente, al mismo sagrado texto, ya por la Sagrada Liturgia, llena del lenguaje de Dios, ya por la lectura espiritual, ya por instituciones aptas para ello, y por otros medios, que con la aprobación o el cuidado de los Pastores de la Iglesia se difunden ahora laudablemente por todas partes. Pero no olviden que debe acompañar la oración a la lectura de la Sagrada Escritura para que se entable diálogo entre Dios y el hombre; porque "a El hablamos cuando oramos, y a El oímos cuando leemos las palabras divinas…” (DEI VERBUM 25).
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