INTRODUCCIÓN AL BLOG
Evangelio del día + breve explicación en un minuto.
La Iglesia antes de ser evangelizadora y caritativa es escuchadora de la Palabra.
¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen como María de Nazaret! Gracias por tu visita. Si te ha gustado añade me gusta. Compártelo en las redes.
La Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, que ilumina la vida de cada hombre y mujer creyentes. Bien sabemos que «el plan de la revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente ligadas…y la verdad profunda de Dios y de la salvación del hombre que transmite dicha revelación, resplandece en Cristo, mediador y plenitud de toda la revelación» (D.V. 2).
Padre santo,
guárdalos en tu nombre, a los que me has dado, para que sean uno, como
nosotros. 12Cuando estaba con ellos, yo guardaba en tu nombre a los que
me diste, y los custodiaba, y ninguno se perdió, sino el hijo de la perdición,
para que se cumpliera la Escritura. 13Ahora voy a ti, y digo esto en el mundo para que tengan en sí
mismos mi alegría cumplida. 14Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no
son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. 15No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del
maligno. 16No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. 17Santifícalos en la verdad: tu palabra es verdad. 18Como tú me enviaste al mundo, así yo los envío también al
mundo. 19Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también
ellos sean santificados en la verdad.
Celebramos el VII Miércoles de Pascua.
Hoy la Iglesia celebra la memoria de San Isidro, cuyo nombre era Isidro de Merlo y Quintana, estuvo casado con Santa María de la Cabeza. Fue beatificado por Pablo V el 14 de Junio de 1619 y canonizado el 12 de Marzo de 1622 por Gregorio XV. Fue declarado patrono de los agricultores españoles por Juan XXIII.
En el Evangelio de este VII Miércoles de Pascua, continuamos leyendo la llamada “oración sacerdotal” de Jesús en la inminencia de la “hora”, el momento histórico salvífico hacia el que converge toda su vida, cuando será glorificado pasando por la pasión y la muerte en actitud de extrema obediencia filial al Padre (Jn 17,11b-19).
Jesús pide insistentemente la defensa y la guardia de los discípulos, metidos de lleno en los embates del mundo hostil, para que conserven la integridad de la de la fe y sean santificados en la verdad.
Oramos por los hombres y mujeres del campo, y por sus justas
reivindicaciones. Amén.
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