Evangelio del día + breve explicación en un minuto.
La Iglesia antes de ser evangelizadora y caritativa es escuchadora de la Palabra.
¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen como María de Nazaret! Gracias por tu visita. Si te ha gustado añade me gusta. Compártelo en las redes.
La Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, que ilumina la vida de cada hombre y mujer creyentes. Bien sabemos que «el plan de la revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente ligadas…y la verdad profunda de Dios y de la salvación del hombre que transmite dicha revelación, resplandece en Cristo, mediador y plenitud de toda la revelación» (D.V. 2).
24Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con
ellos cuando vino Jesús. 25Y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor».
Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no
meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo
creo». 26A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y
Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y
dijo: «Paz a vosotros». 27Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos;
trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente». 28Contestó
Tomás: «¡Señor mío y Dios mío!». 29Jesús le dijo: «¿Porque me has visto has creído?
Bienaventurados los que crean sin haber visto».
Celebramos el lunes de la Décima Tercera Semana del Tiempo Ordinario .
Hoy la Iglesia celebra la Fiesta de Santo Tomás. Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, es conocido entre los demás apóstoles por su incredulidad, que se desvaneció en presencia de Cristo resucitado.
En el Evangelio de esta Fiesta de Santo Tomás leemos el Evangelio de San Juan (Jn 20,24-29).
Tomás no sólo experimenta dificultades para aceptar la resurrección de Jesús, sino que además no acepta el testimonio de los discípulos y exige pruebas. Y, Jesús resucitado hace desvanecer esas resistencias, haciendo brotar en Tomás una declaración de amor y de confianza: “Señor mío y Dios mío”. En esa declaración no sólo manifiesta su fe en la resurrección de Jesús, sino también en su divinidad.
Supliquemos a Dios una sanación profunda para cada uno de nosotros, y fuerza para ser testigos de Jesucristo en nuestros ambientes.
Pidamos a Dios por el aumento de nuestra fe, nuestra esperanza y caridad. Amén.
ESPECIAL: FIRMES Y SEGUROS EN JESUCRISTO.
LIBROS DE FRANCISCO BAENA CALVO EN BUBOK
CANAL DE FRANCISCO BAENA CALVO EN YOUTUBE