Evangelio del día + breve explicación en un minuto.
La Iglesia antes de ser evangelizadora y caritativa es escuchadora de la Palabra.
¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen como María de Nazaret! Gracias por tu visita. Si te ha gustado añade me gusta. Compártelo en las redes.
La Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, que ilumina la vida de cada hombre y mujer creyentes. Bien sabemos que «el plan de la revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente ligadas…y la verdad profunda de Dios y de la salvación del hombre que transmite dicha revelación, resplandece en Cristo, mediador y plenitud de toda la revelación» (D.V. 2).
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a
mí antes que a vosotros.
Si fuerais del mundo, el mundo os amaría como
cosa suya, pero como no sois del mundo, sino que yo os he escogido sacándoos
del mundo, por eso el mundo os odia.
Recordad lo que os dije: “No es el siervo más
que su amo”. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si
han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra.
Y todo eso lo harán con vosotros a causa de mi
nombre, porque no conocen al que me envió».
Celebramos el V Sábado de Pascua. Miramos en este día, con especial interés y devoción, a la Virgen María en su advocación de Ntra. Sra. de Fátima. Dice el Catecismo de la Iglesia Católica en el número 970 que “ La misión maternal de María para con los hombres de ninguna manera disminuye o hace sombra a la única mediación de Cristo, sino que manifiesta su eficacia..." (LG 60).
En el Evangelio de este V Sábado de Pascua, Jesús les advierte a sus discípulos que lo mismo que a él le han odiado, también a ellos le odiaran, porque ellos no son del mundo (Jn 15,18-21).
Jesús había hablado del amor, la nota distintiva que debería tener la comunidad de los suyos; y ahora, no puede dejar de hablar del odio, lo que caracteriza al “mundo”, un nombre colectivo que designa al sistema de poder opresor e injusto, fruto de la ceguera o ignorancia voluntaria y falta de fe en el proyecto del Padre. Y recuerda que el discípulo comparte suerte en todo con el Maestro, en la vía de la gloria y en la vía de la cruz.
Dirijámonos a la Virgen María para que nos conceda un corazón confiado y sencillo para confiar en Dios y en los demás. Amén.
ESPECIAL: FIRMES Y SEGUROS EN JESUCRISTO.
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