Evangelio del día + breve explicación en un minuto.
La Iglesia antes de ser evangelizadora y caritativa es escuchadora de la Palabra.
¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen como María de Nazaret! Gracias por tu visita. Si te ha gustado añade me gusta. Compártelo en las redes.
171Así habló Jesús y, levantando los ojos
al cielo, dijo: «Padre, ha llegado la hora, glorifica a tu Hijo, para que tu
Hijo te glorifique a ti 2y,
por el poder que tú le has dado sobre toda carne, dé la vida eterna a todos los
que le has dado. 3Esta
es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado,
Jesucristo. 4Yo
te he glorificado sobre la tierra, he llevado a cabo la obra que me
encomendaste. 5Y
ahora, Padre, glorifícame junto a ti, con la gloria que yo tenía junto a ti
antes que el mundo existiese. 6He
manifestado tu nombre a los que me diste de en medio del mundo. Tuyos eran, y
tú me los diste, y ellos han guardado tu palabra. 7Ahora han conocido que todo lo que me
diste procede de ti, 8porque
yo les he comunicado las palabras que tú me diste, y ellos las han recibido, y
han conocido verdaderamente que yo salí de ti, y han creído que tú me has
enviado. 9Te
ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por estos que tú me diste, porque
son tuyos. 10Y
todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y en ellos he sido glorificado. 11Ya no voy a estar en el mundo, pero
ellos están en el mundo, mientras yo voy a ti. Padre santo, guárdalos en tu
nombre, a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros. 12Cuando estaba con ellos, yo guardaba en
tu nombre a los que me diste, y los custodiaba, y ninguno se perdió, sino el
hijo de la perdición, para que se cumpliera la Escritura. 13Ahora voy a ti, y digo esto en el mundo
para que tengan en sí mismos mi alegría cumplida. 14Yo les he dado tu palabra, y el mundo
los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. 15No ruego que los retires del mundo, sino
que los guardes del maligno. 16No
son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. 17Santifícalos en la verdad: tu palabra es
verdad. 18Como
tú me enviaste al mundo, así yo los envío también al mundo. 19Y por ellos yo me santifico a mí mismo,
para que también ellos sean santificados en la verdad. 20No solo por ellos ruego, sino también
por los que crean en mí por la palabra de ellos, 21para que todos sean uno, como tú, Padre,
en mí, y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo
crea que tú me has enviado. 22Yo
les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos
uno; 23yo en ellos, y tú en
mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has
enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí. 24Padre, este es mi deseo: que los que me
has dado estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste,
porque me amabas, antes de la fundación del mundo. 25Padre justo, si el mundo no te ha
conocido, yo te he conocido, y estos han conocido que tú me enviaste. 26Les he dado a conocer y les daré a
conocer tu nombre, para que el amor que me tenías esté en ellos, y yo en
ellos».
LA IMPORTANCIA DE LA PALABRA DE DIOS.
La Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, que ilumina la vida de cada hombre y mujer creyentes. Bien sabemos que «el plan de la revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente ligadas…y la verdad profunda de Dios y de la salvación del hombre que transmite dicha revelación, resplandece en Cristo, mediador y plenitud de toda la revelación» (D.V. 2).
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