INTRODUCCIÓN AL BLOG
Evangelio del día + breve explicación en un minuto.
La Iglesia antes de ser evangelizadora y caritativa es escuchadora de la Palabra.
¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen como María de Nazaret! Gracias por tu visita. Si te ha gustado añade me gusta. Compártelo en las redes.
La Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, que ilumina la vida de cada hombre y mujer creyentes. Bien sabemos que «el plan de la revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente ligadas…y la verdad profunda de Dios y de la salvación del hombre que transmite dicha revelación, resplandece en Cristo, mediador y plenitud de toda la revelación» (D.V. 2).
101Llamó
a sus doce discípulos y les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y
curar toda enfermedad y toda dolencia. 2Estos son los nombres
de los doce apóstoles: el primero, Simón, llamado Pedro, y Andrés, su hermano;
Santiago, el de Zebedeo, y Juan, su hermano; 3Felipe y Bartolomé,
Tomás y Mateo el publicano; Santiago el de Alfeo, y Tadeo; 4Simón el de Caná, y
Judas Iscariote, el que lo entregó. 5A
estos doce los envió Jesús con estas instrucciones: «No vayáis a tierra de
paganos ni entréis en las ciudades de Samaría, 6sino id a las ovejas
descarriadas de Israel. 7Id
y proclamad que ha llegado el reino de los cielos.
Celebramos el Miércoles de la Décimo Cuarta Semana del Tiempo Ordinario.
Para el Cristianismo, el sufrimiento ha sido vencido por el amor en Jesucristo resucitado. Y la crucifixión de Jesucristo es señal inequívoca de que el dolor y el sufrimiento no es un castigo divino.
En el Evangelio de Miércoles de la Décimo Cuarta Semana del Tiempo Ordinario leemos el Evangelio de San Mateo (Mt 10, 1-7).
Los discípulos son enviados a realizar ahora lo que Jesús hizo.
Al enviarles como misioneros, el Maestro les expone las características de su misión. Es una misión distinta de las maneras humanas de actuar, porque la fuerza y el protagonismo, la confianza y la iniciativa siempre la tiene Dios.
Sintámonos en la presencia del Señor y supliquemos que nos perdone nuestras pequeñas y grandes traiciones diarias. Jesús, quiero estar contigo, y ser como Tú. Quiero salir de la vulgaridad, dar un paso adelante y seguirte. Jesús, quiero estar contigo y ser como Tú. Guía mi caminar, ahora y siempre. Amén.
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