INTRODUCCIÓN AL BLOG
Evangelio del día + breve explicación en un minuto.
La Iglesia antes de ser evangelizadora y caritativa es escuchadora de la Palabra.
¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen como María de Nazaret! Gracias por tu visita. Si te ha gustado añade me gusta. Compártelo en las redes.
La Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, que ilumina la vida de cada hombre y mujer creyentes. Bien sabemos que «el plan de la revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente ligadas…y la verdad profunda de Dios y de la salvación del hombre que transmite dicha revelación, resplandece en Cristo, mediador y plenitud de toda la revelación» (D.V. 2).
18Mientras les decía esto, se acercó un jefe de los judíos que
se arrodilló ante él y le dijo: «Mi hija acaba de morir. Pero ven tú, impón tu
mano sobre ella y vivirá». 19Jesús se levantó y lo siguió con sus discípulos. 20Entre tanto, una mujer que sufría flujos de sangre desde
hacía doce años, se le acercó por detrás y le tocó la orla del manto, 21pensando que con solo tocarle el manto se curaría. 22Jesús se volvió y al verla le dijo: «¡Ánimo, hija! Tu fe te
ha salvado». Y en aquel momento quedó curada la mujer. 23Jesús llegó a casa de aquel jefe y, al ver a los flautistas y
el alboroto de la gente, 24dijo: «¡Retiraos! La niña no está muerta, está dormida». Se
reían de él. 25Cuando echaron a la gente, entró él, cogió a la niña de la
mano y ella se levantó. 26La noticia se divulgó por toda aquella comarca.
Celebramos el Lunes de la Décimo Cuarta Semana del Tiempo Ordinario.
Sólo cuando somos capaces de mirar a nuestro prójimo con los ojos de la compasión, se genera un caudal de sintonía que nos puede hacer salir de nuestro egoísmo y nos lanza hacia la fraternidad, la unión y el compañerismo.
En el Evangelio de este Lunes de la Décimo Cuarta Semana del Tiempo Ordinario leemos el Evangelio de San Mateo (Mt 9,18-26).
Jesús cura a una hemorroisa que padecía flujo de sangre desde hacía doce años y hace volver a la vida a la hija de Jairo, jefe de la sinagoga.
Jesús vacía la casa de Jairo, que parece una tumba, y la transforma en una casa de alegría y de vida.
La hija de Jairo, niña de 12 años, y la hemorroisa, enfermo y vieja, van a encontrar en Cristo la “vida”, porque Él es la vida.
Jesús se manifiesta como el Señor de la vida y de la muerte, y que la muerte será vencida.
Reafirmemos nuestra esperanza en la vida eterna. Pidamos por la unión de las Iglesias en torno a una misma fe, a un mismo bautismo, a una misma Eucaristía y a un mismo "cayado de Pedro". Amén.
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