INTRODUCCIÓN AL BLOG
Evangelio del día + breve explicación en un minuto.
La Iglesia antes de ser evangelizadora y caritativa es escuchadora de la Palabra.
¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen como María de Nazaret! Gracias por tu visita. Si te ha gustado añade me gusta. Compártelo en las redes.
La Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, que ilumina la vida de cada hombre y mujer creyentes. Bien sabemos que «el plan de la revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente ligadas…y la verdad profunda de Dios y de la salvación del hombre que transmite dicha revelación, resplandece en Cristo, mediador y plenitud de toda la revelación» (D.V. 2).
91Subió Jesús a una barca, cruzó a la otra
orilla y fue a su ciudad. 2En esto le presentaron un paralítico, acostado en una
camilla. Viendo la fe que tenían, dijo al paralítico: «¡Ánimo, hijo!, tus
pecados te son perdonados». 3Algunos de los escribas se dijeron: «Este blasfema». 4Jesús, sabiendo lo que pensaban, les
dijo: «¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? 5¿Qué es más fácil, decir: “Tus pecados
te son perdonados”, o decir: “Levántate y echa a andar”? 6Pues, para que veáis que el Hijo del
hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados —entonces dice al
paralítico—: “Ponte en pie, coge tu camilla y vete a tu casa”». 7Se puso en pie y se fue a su casa. 8Al ver esto, la gente quedó sobrecogida
y alababa a Dios, que da a los hombres tal potestad.
Celebramos el Jueves de la Décima Tercera Semana del Tiempo Ordinario.
Hoy la Iglesia celebra la memoria de Santa Isabel de Portugal.
Nació en Zaragoza, en el palacio de la Aljafería. Era hija de Pedro III el Grande, nieta de Jaime el Conquistador y sobrina nieta de Santa Isabel de Hungría. A los doce años (1283), fue entregada en matrimonio al rey Denís de Portugal, de quien tuvo una hija y un hijo. Su vida se vio señalada por múltiples pruebas, que soportó llena de fe... Habiendo brotado de nuevo la guerra, en esta ocasión entre su hijo y uno de sus nietos; se puso en camino para reconciliarles, pero moriría en el transcurso del viaje en Estremoz (1336).
En el Evangelio de este Jueves de la Décima Tercera Semana del Tiempo Ordinario leemos el Evangelio de San Mateo (Mt 9,1-8).
Jesús sube a una barca y fue a su ciudad. Le presentan a un paralítico para que realice con él una intervención sanadora. Y Jesús empieza por perdonar sus pecados.
La curación física es sólo una señal de la sanación espiritual y la propuesta de la renovación del mundo que Jesús. Supliquemos a Dios una sanación profunda para cada uno de nosotros, y cojamos prestada esta preciosa oración de Carlos de Foucauld para dirigirnos al Padre: “ Padre, Padre, Padre, me pongo en tus manos. Haz de mí lo que quieras , sea lo que sea, te doy las gracias. Lo acepto todo con tal que tu voluntad se cumpla en mí y en todas tus criaturas. No deseo nada más, Padre. No deseo nada más. Yo te ofrezco mi alma y te la doy con todo el amor que soy capaz. Porque deseo darme, ponerme en tus manos, sin medida, con infinita confianza, porque tú eres mi Padre”
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