INTRODUCCIÓN AL BLOG
Evangelio del día + breve explicación en un minuto.
La Iglesia antes de ser evangelizadora y caritativa es escuchadora de la Palabra.
¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen como María de Nazaret! Gracias por tu visita. Si te ha gustado añade me gusta. Compártelo en las redes.
La Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, que ilumina la vida de cada hombre y mujer creyentes. Bien sabemos que «el plan de la revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente ligadas…y la verdad profunda de Dios y de la salvación del hombre que transmite dicha revelación, resplandece en Cristo, mediador y plenitud de toda la revelación» (D.V. 2).
91Subió Jesús a una barca, cruzó a la otra
orilla y fue a su ciudad. 2En esto le presentaron un paralítico, acostado en una
camilla. Viendo la fe que tenían, dijo al paralítico: «¡Ánimo, hijo!, tus
pecados te son perdonados». 3Algunos de los escribas se dijeron: «Este blasfema». 4Jesús, sabiendo lo que pensaban, les
dijo: «¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? 5¿Qué es más fácil, decir: “Tus pecados
te son perdonados”, o decir: “Levántate y echa a andar”? 6Pues, para que veáis que el Hijo del
hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados —entonces dice al
paralítico—: “Ponte en pie, coge tu camilla y vete a tu casa”». 7Se puso en pie y se fue a su casa. 8Al ver esto, la gente quedó sobrecogida
y alababa a Dios, que da a los hombres tal potestad.
Celebramos el Jueves de la Décima Tercera Semana del Tiempo Ordinario. ¡
Toda la vida de Jesús gira en torno a dos grandes ideales y motivaciones. Por un lado, cumplir la voluntad del Padre y comunicarla a los demás; y, por otro lado, trabajar para realizar la misión que Dios le había encomendado: anunciar a todas las personas la Buena Noticia del Reino.
En el Evangelio de este Jueves de la Décima Tercera Semana del Tiempo Ordinario leemos el Evangelio de San Mateo (Mt 9,1-8).
Jesús sube a una barca y fue a su ciudad. Le presentan a un paralítico para que realice con él una intervención sanadora. Y Jesús empieza por perdonar sus pecados.
La curación física es sólo una señal de la sanación espiritual y la propuesta de la renovación del mundo que Jesús.
Supliquemos a Dios una sanación profunda para cada uno de nosotros, y cojamos prestada esta preciosa oración de Carlos de Foucauld para dirigirnos al Padre: “ Padre, Padre, Padre, me pongo en tus manos. Haz de mí lo que quieras , sea lo que sea, te doy las gracias. Lo acepto todo con tal que tu voluntad se cumpla en mí y en todas tus criaturas. No deseo nada más, Padre. No deseo nada más. Yo te ofrezco mi alma y te la doy con todo el amor que soy capaz. Porque deseo darme, ponerme en tus manos, sin medida, con infinita confianza, porque tú eres mi Padre”
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