INTRODUCCIÓN AL BLOG
Evangelio del día + breve explicación en un minuto.
La Iglesia antes de ser evangelizadora y caritativa es escuchadora de la Palabra.
¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen como María de Nazaret! Gracias por tu visita. Si te ha gustado añade me gusta. Compártelo en las redes.
La Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, que ilumina la vida de cada hombre y mujer creyentes. Bien sabemos que «el plan de la revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente ligadas…y la verdad profunda de Dios y de la salvación del hombre que transmite dicha revelación, resplandece en Cristo, mediador y plenitud de toda la revelación» (D.V. 2).
43Habéis oído que se dijo: “‘Amarás a tu prójimo’ y aborrecerás
a tu enemigo”. 44Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos y rezad por los que
os persiguen, 45para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace
salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. 46Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No
hacen lo mismo también los publicanos? 47Y, si saludáis solo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de
extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? 48Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es
perfecto.
Celebramos el Martes de la Undécima Semana del Tiempo Ordinario .
Jesús de Nazaret invitaba a sus discípulos a coger la cruz de cada día y seguirle: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame” (Mt 16,24).
La cruz es nuestra “compañera de viaje” en el peregrinar de la existencia, y aparece de “mil maneras” en nuestra vida diaria. La verdadera cruz cristiana tiene un tramo hacia Dios, como ofrenda y donación para “completar a lo que falta a la pasión de Cristo”, y un trazo horizontal como entrega al prójimo.
En el Evangelio de este Martes de la Undécima Semana del Tiempo Ordinario leemos el Evangelio de San Mateo (Mt 5,43-48).
Jesús realiza una radical propuesta: el amor no sólo al prójimo, sino también al enemigo, a imitación del Padre celestial cuya bondad no conoce límites ni exclusiones.
La caridad del creyente, situada en la perspectiva del Reino de Dios, no puede confundirse con los afectos humanos. Tiene que ser universal como es el amor de Dios.
Pedimos con insistencia a Dios que sepamos perdonar a todo aquel que nos hace mal. Amén.
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