INTRODUCCIÓN AL BLOG
Evangelio del día + breve explicación en un minuto.
La Iglesia antes de ser evangelizadora y caritativa es escuchadora de la Palabra.
¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen como María de Nazaret! Gracias por tu visita. Si te ha gustado añade me gusta. Compártelo en las redes.
La Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, que ilumina la vida de cada hombre y mujer creyentes. Bien sabemos que «el plan de la revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente ligadas…y la verdad profunda de Dios y de la salvación del hombre que transmite dicha revelación, resplandece en Cristo, mediador y plenitud de toda la revelación» (D.V. 2).
60Muchos de sus discípulos, al oírlo, dijeron: «Este modo de
hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso?». 61Sabiendo Jesús que sus discípulos lo criticaban, les dijo:
«¿Esto os escandaliza?, 62¿y si vierais al Hijo del hombre subir adonde estaba antes? 63El Espíritu es quien da vida; la carne no sirve para nada.
Las palabras que os he dicho son espíritu y vida. 64Y, con todo, hay algunos de entre vosotros que no creen».
Pues Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo iba a
entregar. 65Y dijo: «Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí si el
Padre no se lo concede». 66Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no
volvieron a ir con él. 67Entonces Jesús les dijo a los Doce: «¿También vosotros
queréis marcharos?». 68Simón Pedro le contestó: «Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú
tienes palabras de vida eterna; 69nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios».
Celebramos el III Sábado de Pascua . La resurrección de Jesucristo es la predicación de la Iglesia y marca la columna vertebral de todo su existir, de todo su ser, y constituye la esencia misma de su predicación y de su apostolado.
En el Evangelio de este III Sábado de Pascua, continuamos leyendo el capítulo 6 de San Juan. Después del discurso del Pan de vida, reconociendo que muchos se han marchado, Jesús le plantea a los apóstoles una cuestión de confianza: ¿También vosotros queréis marcharos? Pedro le responde: Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo consagrado por Dios (Jn 6,60-69).
Oh, Señor nuestro, Señor de cielo y tierra, compasivo y misericordioso, tú quieres que te sigamos con una entrega generosa, radical y santa. Ayúdanos a no dar nuestro corazón a nuestros bienes y a ser desprendidos ante tu llamada. ¡Oh, Señor, creemos pero auméntanos la fe! Amén.
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