INTRODUCCIÓN AL BLOG
Evangelio del día + breve explicación en un minuto.
La Iglesia antes de ser evangelizadora y caritativa es escuchadora de la Palabra.
¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen como María de Nazaret! Gracias por tu visita. Si te ha gustado añade me gusta. Compártelo en las redes.
La Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, que ilumina la vida de cada hombre y mujer creyentes. Bien sabemos que «el plan de la revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente ligadas…y la verdad profunda de Dios y de la salvación del hombre que transmite dicha revelación, resplandece en Cristo, mediador y plenitud de toda la revelación» (D.V. 2).
16Porque tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito,
para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna. 17Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo,
sino para que el mundo se salve por él. 18El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está
juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios. 19Este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres
prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. 20Pues todo el que obra el mal detesta la luz, y no se acerca a
la luz, para no verse acusado por sus obras. 21En cambio, el que obra la verdad se acerca a la luz, para que
se vea que sus obras están hechas según Dios».
Celebramos el II Miércoles de Pascua.
Dice Casiano Floristán que “durante los siete domingos de Pascua, la liturgia celebra el mensaje pascual de la resurrección del Señor, la alegría de la Iglesia por la renacida esperanza, la vida nueva de los neófitos y la acción del Espíritu Santo en la comunidad cristiana".
En el Evangelio de este II Miércoles de Pascua, se nos presenta el diálogo de Jesús con Nicodemo, un fariseo de buena voluntad. Y Jesús le propone una radical transformación, obra del Espíritu Santo.
Esta radical transformación la ofrece el Hijo, que conoce al Padre, que ha sido enviado como señal de amor. La razón de todo esto es el amor de Dios por la humanidad.
Subraya el texto hasta dónde ha llegado ese amor: Dios no se ha reservado para sí a su Hijo único, sino que lo ha dado para que todo ser humano tenga plenitud de vida. Dios no quiere que los hombres perezcan, es decir, que acaben en la muerte, porque en él no hay nada negativo (Jn 3,16-21).
Pidamos especialmente en este día la venida del Espíritu Santo sobre nosotros para que nos ayude a crecer en la fe, en la esperanza y en la caridad: “Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo...Amén"
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