Evangelio del día + breve explicación en un minuto.
La Iglesia antes de ser evangelizadora y caritativa es escuchadora de la Palabra.
¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen como María de Nazaret! Gracias por tu visita. Si te ha gustado añade me gusta. Compártelo en las redes.
La Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, que ilumina la vida de cada hombre y mujer creyentes. Bien sabemos que «el plan de la revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente ligadas…y la verdad profunda de Dios y de la salvación del hombre que transmite dicha revelación, resplandece en Cristo, mediador y plenitud de toda la revelación» (D.V. 2).
24Y añadió: «En verdad os digo que ningún profeta es aceptado
en su pueblo. 25Puedo aseguraros que en Israel había muchas viudas en los
días de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses y hubo una
gran hambre en todo el país; 26sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías sino a una
viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. 27Y muchos
leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, sin embargo, ninguno de
ellos fue curado sino Naamán, el sirio». 28Al oír
esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos 29y,
levantándose, lo echaron fuera del pueblo y lo llevaron hasta un precipicio del
monte sobre el que estaba edificado su pueblo, con intención de
despeñarlo. 30Pero Jesús se abrió paso entre ellos y seguía su camino.
Celebramos el Lunes de la Tercera Semana de Cuaresma.
Dice P. Cipriano Sánchez que “En esta Cuaresma es necesario volver al interior, descubrir la llamada de Dios a la entrega y al compromiso, volver a la propia vocación cristiana en todas sus dimensiones. Y para lograrlo es necesario abrir primero nuestro espíritu a Dios y comprender la gravedad del pecado: del pecado de omisión, de indiferencia, de superficialidad, de ligereza...”.
El Evangelio de San Lucas en este III Lunes de Cuaresma nos presenta cómo Jesús en la sinagoga de Nazaret genera un escándalo monumental al proclamar que Él es el Mesías, reconociendo que “Esta Escritura, que acabáis de oír, se ha cumplido hoy”.
El escándalo que provoca le sirve a Jesús para afirmar que ningún profeta es bien recibido en su tierra, y hace referencia a la curación de dos extranjeros en tiempos de Elías y Eliseo: la viuda de Sarepta de Sidón y Naamán, el Sirio. (cf. Lc 4,24-30).
Como a Naamán, que, sanado de la lepra, vuelve a dar gracias al profeta Eliseo y decide dar culto solo al Dios de Israel, Jesús les recuerda que la Buena Noticia llegará a toda la humanidad.
Pidamos al Padre que nos conceda no escandalizarnos de Jesús, y reconocer en Él al Señor de nuestra historia, y lo hacemos.
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