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viernes, 21 de febrero de 2020

VII LUNES DEL TIEMPO ORDINARIO /CICLO A/24-02-2020


      
VII LUNES DEL TIEMPO ORDINARIO /CICLO A/24-02-2020













                   INTRODUCCIÓN AL BLOG


      Gracias por entrar a este Blog: "Sácianos de tu Palabra". Comentario al Evangelio del día realizado por el sacerdote Francisco Baena Calvo. 
    Evangelio del día + breve explicación en un minuto. 
  La Iglesia antes de ser evangelizadora y caritativa es escuchadora de la Palabra.
  ¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen como María de Nazaret! Gracias por tu visita. Si te ha gustado añade me gusta. Compártelo en las redes.




     INTRODUCCIÓN A LA IMPORTANCIA DE LA PALABRA





    “La Iglesia ha venerado siempre las Sagradas Escrituras al igual que el mismo Cuerpo del Señor, no dejando de tomar de la mesa y de distribuir a los fieles el pan de vida, tanto de la palabra de Dios como del Cuerpo de Cristo, sobre todo en la Sagrada Liturgia. Siempre las ha considerado y considera, juntamente con la Sagrada Tradición, como la regla suprema de su fe, puesto que, inspiradas por Dios y escritas de una vez para siempre, comunican inmutablemente la palabra del mismo Dios, y hacen resonar la voz del Espíritu Santo en las palabras de los Profetas y de los Apóstoles. ” (DEI VERBUM 21)

    

       


          

          


VII LUNES DEL TIEMPO ORDINARIO /CICLO A/24-02-2020












EVANGELIO DEL DÍA: Mc 9,14-29




En aquel tiempo, cuando Jesús y los tres discípulos bajaron de la montaña, al llegar adonde estaban los demás discípulos, vieron mucha gente alrededor, y a unos escribas discutiendo con ellos. Al ver a Jesús, la gente se sorprendió, y corrió a saludarlo.
Él les preguntó: «¿De qué discutís?»
Uno le contestó: «Maestro, te he traído a mi hijo; tiene un espíritu que no le deja hablar y, cuando lo agarra, lo tira al suelo, echa espumarajos, rechina los dientes y se queda tieso. He pedido a tus discípulos que lo echen, y no han sido capaces.»
Él les contestó: «¡Gente sin fe! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo os tendré que soportar? Traédmelo.»
Se lo llevaron. El espíritu, en cuanto vio a Jesús, retorció al niño; cayó por tierra y se revolcaba, echando espumarajos.
Jesús preguntó al padre: «¿Cuánto tiempo hace que le pasa esto?»
Contestó él: «Desde pequeño. Y muchas veces hasta lo ha echado al fuego y al agua, para acabar con él. Si algo puedes, ten lástima de nosotros y ayúdanos.»
Jesús replicó: «¿Si puedo? Todo es posible al que tiene fe.»
Entonces el padre del muchacho gritó: «Tengo fe, pero dudo; ayúdame.»
Jesús, al ver que acudía gente, increpó al espíritu inmundo, diciendo: «Espíritu mudo y sordo, yo te lo mando: Vete y no vuelvas a entrar en él.»
Gritando y sacudiéndolo violentamente, salió. El niño se quedó como un cadáver, de modo que la multitud decía que estaba muerto. Pero Jesús lo levantó, cogiéndolo de la mano, y el niño se puso en pie.
Al entrar en casa, sus discípulos le preguntaron a solas: «¿Por qué no pudimos echarlo nosotros?»
Él les respondió: «Esta especie sólo puede salir con oración y ayuno.»


           
            COMENTARIO AL EVANGELIO:










 Hoy celebramos el Lunes de la VII Semana del Tiempo Ordinario. 
 El mayor don que Dios nos ha regalado es la vida y de ella tenemos que hacer nuestra mejor consigna y nuestra  mejor ofrenda. Y, no lo olvidemos, el derecho a la vida debe ser defendido y promovido en la sociedad.  
En el Evangelio de este  Lunes  de la Séptima Semana del Tiempo Ordinario leemos el Evangelio de San Marcos (Mc 9,14-29).  
Jesús cura a un endemoniado epiléptico y enseña que el poder de Dios se manifiesta siempre que hay verdadera fe. 
    Comentando este texto, Charles de Foucauld (1858-1916), decía que “la virtud que el Señor recompensa, la virtud que él alaba es casi siempre la fe..."      
Supliquemos a Dios que nos aumente la fe , y cojamos prestada esta preciosa oración de Carlos de Foucauld para dirigirnos al Padre: “ Padre, Padre, Padre,   me pongo en tus manos.  Haz de mí lo que quieras , sea lo que sea, te doy las gracias.  Lo acepto todo con tal que tu voluntad se cumpla en mí y  en todas tus criaturas.  No deseo nada más,  Padre. No deseo nada más.  Yo te ofrezco mi alma y te la doy con todo el amor que soy capaz.  Porque deseo darme, ponerme en tus manos, sin medida,  con infinita confianza, porque tú eres mi Padre”.



              LA TIENDA DEL CIELO





     
       SECUENCIA DEL ESPÍRITU SANTO
      



         

                  

           
VÍDEOS PARA ENCONTRARSE CON CRISTO



        






  

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