INTRODUCCIÓN AL BLOG
Evangelio del día + breve explicación en un minuto.
La Iglesia antes de ser evangelizadora y caritativa es escuchadora de la Palabra.
¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen como María de Nazaret! Gracias por tu visita. Si te ha gustado añade me gusta. Compártelo en las redes.
La Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, que ilumina la vida de cada hombre y mujer creyentes. Bien sabemos que «el plan de la revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente ligadas…y la verdad profunda de Dios y de la salvación del hombre que transmite dicha revelación, resplandece en Cristo, mediador y plenitud de toda la revelación» (D.V. 2).
En aquel tiempo, como la fama de Jesús se había
extendido, el rey Herodes oyó hablar de él. Unos decían: «Juan Bautista ha
resucitado, y por eso los ángeles actúan en él.» Otros decían: «Es Elías.»
Otros: «Es un profeta corno los antiguos.» Herodes, al oírlo, decía: «Es Juan,
a quien yo decapité, que ha resucitado.»
Es que Herodes había mandado prender a Juan y lo
había metido en la cárcel, encadenado. El motivo era que Herodes se había
casado con Herodías, mujer de su hermano Filipo, y Juan le decía que no le era
lícito tener la mujer de su hermano. Herodías aborrecía a Juan y quería
quitarlo de en medio; no acababa de conseguirlo, porque Herodes respetaba a
Juan, sabiendo que era un hombre honrado y santo, y lo defendía. Cuando lo
escuchaba, quedaba desconcertado, y lo escuchaba con gusto. La ocasión llegó
cuando Herodes, por su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a sus
oficiales y a la gente principal de Galilea. La hija de Herodías entró y danzó,
gustando mucho a Herodes y a los convidados.
El rey le dijo a la joven: «Pídeme lo que
quieras, que te lo doy.» Y le juró: «Te daré lo que me pidas, aunque sea la
mitad de mi reino.»
Ella salió a preguntarle a su madre: «¿Qué le
pido?»
La madre le contestó: «La cabeza de Juan, el
Bautista.»
Entró ella en seguida, a toda prisa, se acercó
al rey y le pidió: «Quiero que ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de
Juan, el Bautista.»
El rey se puso muy triste; pero, por el
juramento y los convidados, no quiso desairarla. En seguida le mandó a un
verdugo que trajese la cabeza de Juan. Fue, lo decapitó en la cárcel, trajo la
cabeza en una bandeja y se la entregó a la joven; la joven se la entregó a su
madre. Al enterarse sus discípulos, fueron a recoger el cadáver y lo
enterraron.
Celebramos el Viernes de la Cuarta Semana del Tiempo Ordinario.
La espiritualidad cristiana en el fondo es unirse íntimamente a Jesucristo y aquí radica la esencia misma de la fe.
Lo que ocurre es que cada persona busca su camino virgen y moviliza sus pasos para que el encuentro sea de lo más profundo y más auténtico.
En el Evangelio de este Viernes de la Cuarta Semana del Tiempo Ordinario leemos el Evangelio según San Marcos (Mc 6,14-29).
La fama de Jesús va en aumento y Herodes se entera de que su nombre se ha hecho célebre. Hay diversas opiniones de Jesús: unos que era Juan Bautista que había resucitado de entre los muertos; otros Elías y otros que era un profeta como los demás profetas. Juan era un hombre justo y santo que fue decapitado por orden de Herodes para complacer a la hija de Herodías.
La muerte de Juan es un preludio de la muerte de Cristo.
Señor nuestro: bendice a todas las familias y da fortaleza al que se siente débil. Ayúdanos a ser compasivos y misericordiosos con todos los que nos encontremos hoy. Amén.
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