INTRODUCCIÓN AL BLOG
Evangelio del día + breve explicación en un minuto.
La Iglesia antes de ser evangelizadora y caritativa es escuchadora de la Palabra.
¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen como María de Nazaret! Gracias por tu visita. Si te ha gustado añade me gusta. Compártelo en las redes.
La Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, que ilumina la vida de cada hombre y mujer creyentes. Bien sabemos que «el plan de la revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente ligadas…y la verdad profunda de Dios y de la salvación del hombre que transmite dicha revelación, resplandece en Cristo, mediador y plenitud de toda la revelación» (D.V. 2).
En aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra
orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor, y se quedó junto al lago. Se
acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus
pies, rogándole con insistencia: «Mi niña está en las últimas; ven, pon las
manos sobre ella, para que se cure y viva.»
Jesús se fue con él, acompañado de mucha gente
que lo apretujaba. Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacía
doce años. Muchos médicos la habían sometido a toda clase de tratamientos, y se
había gastado en eso toda su fortuna; pero, en vez de mejorar, se había puesto
peor. Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el
manto, pensando que con sólo tocarle el vestido curaría. Inmediatamente se secó
la fuente de sus hemorragias, y notó que su cuerpo estaba curado.
Jesús, notando que había salido fuerza de él, se
volvió en seguida, en medio de la gente, preguntando: «¿Quién me ha tocado el
manto?»
Los discípulos le contestaron: «Ves como te
apretuja la gente y preguntas: "¿Quién me ha tocado?"»
Él seguía mirando alrededor, para ver quién
había sido. La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que
había pasado, se le echó a los pies y le confesó todo.
Él le dijo: «Hija, tu fe te ha curado. Vete en
paz y con salud.»
Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa
del jefe de la sinagoga para decirle: «Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar
más al maestro?»
Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al
jefe de la sinagoga: «No temas; basta que tengas fe.»
No permitió que lo acompañara nadie, más que
Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegaron a casa del jefe de la
sinagoga y encontró el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos.
Entró y les dijo: «¿Qué estrépito y qué lloros
son éstos? La niña no está muerta, está dormida.»
Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos
y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la
niña, la cogió de la mano y le djo: «Talitha qumi» (que significa: «Contigo
hablo, niña, levántate»).
La niña se puso en pie inmediatamente y echó a
andar; tenía doce años. Y se quedaron viendo visiones. Les insistió en que
nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.
Celebramos el Martes de la Cuarta Semana del Tiempo Ordinario.
Hoy la Iglesia celebra la memoria de San Juan Bosco. Juan Melchor Bosco Occhiena nació el 16 de Agosto del año 1815 en I Becchi y murió en Turín el 31 de Enero del año 1888.
Fue un sacerdote, educador y escritor italiano del siglo XIX, fundador de la Congregación Salesiana y el Instituto de las Hijas de María Auxiliadora. Fue declarado santo por Pio XI el 1 de Abril de 1934 y le fue dado el título de «Padre, Maestro y Amigo de los Jóvenes» por el Papa Juan Pablo II.
En el Evangelio de este Martes de la Cuarta Semana del Tiempo Ordinario leemos el Evangelio según San Marcos (Mc 5,21-43).
Jesús volvió del otro lado del mar, de la región de los gerasenos, y allí realizará dos milagros: la curación de la hemorroisa, que padecía flujo de sangre desde hacía doce años, y la resurrección de la hija de Jairo, uno de los jefes de la sinagoga.
Jairo confía en Jesús y acude a que cure a su hija. La hemorroisa confía en que curaría con solo tocar su manto. Ambos reciben lo que piden por la fe que tienen en Jesús y por su confianza.
Señor nuestro ayúdanos a crecer en la fe, en la esperanza y en la caridad. Haznos capaces de transmitir con nuestra vida tu Gloria. Amén.
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