Evangelio del día + breve explicación en un minuto.
La Iglesia antes de ser evangelizadora y caritativa es escuchadora de la Palabra.
¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen como María de Nazaret! Gracias por tu visita. Si te ha gustado añade me gusta. Compártelo en las redes.
La Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, que ilumina la vida de cada hombre y mujer creyentes. Bien sabemos que «el plan de la revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente ligadas…y la verdad profunda de Dios y de la salvación del hombre que transmite dicha revelación, resplandece en Cristo, mediador y plenitud de toda la revelación» (D.V. 2).
En aquel tiempo, estaba Juan con dos de sus discípulos y,
fijándose en Jesús que pasaba, dice: «Éste es el Cordero de Dios.»
Los dos discípulos oyeron sus palabras y
siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les pregunta:
«¿Qué buscáis?»
Ellos le contestaron: «Rabí (que significa
Maestro), ¿dónde vives?»
Él les dijo: «Venid y lo veréis.»
Entonces fueron, vieron dónde vivía y se
quedaron con él aquel día; serían las cuatro de la tarde. Andrés, hermano de
Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús;
encuentra primero a su hermano Simón y le dice: «Hemos encontrado al Mesías
(que significa Cristo).»
Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y
le dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce
Pedro).»
Celebramos el II Jueves de Navidad.
La Navidad cristiana es descubrir la austeridad y la limosna en nuestra vida diaria, demasiado repleta de insolidaridad y falta de “mirada” a los pobres.
En este II Jueves de Navidad leemos el Evangelio de San Juan (Jn 1,35-42).
Juan Bautista ha señalado a Jesús, que pasaba, como el "Cordero de Dios", y dos discípulo decidieron seguir a Jesús.
Los dos discípulos quedaron prendados de Jesús, expresan el deseo de vivir con él y colaborar en su misión.
Uno de ellos, Andrés, se convierte en transmisor de la Buena Noticia para su hermano Simón, al que Jesús le comunica que "Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce Pedro)".
Dios mío, danos la paz que paraliza la guerra y los combates, la felicidad que nos lanza hacia adelante, la alegría que rompe las murallas de la tristeza y la soledad, el amor que nos hace mirar con “ojos de madre” a los demás. Amén.
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