INTRODUCCIÓN AL BLOG
LECTURA CREYENTE DE LA REALIDAD:
La Biblia da respuesta a unas de las
cuestiones existenciales fundamentales del ser humano desde siempre: ¿de dónde
procede todo lo que existe?, ¿cómo ha
surgido el ser humano?...
Muchas personas encuentran dificultades
para afrontar la lectura de los relatos del Génesis. Algunos rechazan estos
relatos como míticos y totalmente superados por los conocimientos científicos.
Hay que tener en cuenta que los capítulos primeros de la Biblia no pretenden darnos una interpretación científica del origen del mundo y del ser humano, sino dar una interpretación religiosa: ante el hecho -que constata con sus propios ojos- de todo lo que existe, el autor sagrado simplemente afirma que todo eso ha tenido un comienzo absoluto y que ese comienzo se debe a la intervención libre y gratuita de Dios que ha hecho surgir con su sola palabra absolutamente todo lo que existe.
El autor sagrado no entra a explicar el cómo han surgido las cosas -eso será precisamente la competencia de la ciencia-, sino que, iluminado por Dios, afirma desde la fe la verdad religiosa fundamental de que todo ha sido creado por Dios.
I.-DOS RELATOS DE LA CREACIÓN EN EL GÉNESIS.
El libro del Génesis comienza con dos relatos de la creación:
1.-Gén 1,1-2,4ª (Tradición Sacerdotal-P).
2.-Gén 2,4b-25 (Tradición Yahvista-Y).
I.-EL RELATO DE LA CREACIÓN SEGÚN LA TRADICIÓN SACERDOTAL.
El primero (1, 1-2,4a) pertenece a la tradición sacerdotal. Tiene un sentido DIDÁCTICO-RELIGIOSO; si está colocado en primer lugar es porque así se respeta el orden cronológico, ya que describe la creación del universo que culminará en la creación del hombre. Fue redactado probablemente en el siglo VI antes de Cristo, cuando el pueblo hebreo está en el destierro de Babilonia, y con gran sobriedad presenta el hecho de la Creación dentro del esquema litúrgico de la semana.
TEXTO
BÍBLICO: Gén 1,1-2-4.
11Al principio creó Dios el cielo y la
tierra. 2La tierra estaba informe y vacía; la tiniebla cubría
la superficie del abismo, mientras el espíritu de Dios se cernía sobre la faz de
las aguas. 3Dijo Dios: «Exista la luz». Y la luz existió. 4Vio
Dios que la luz era buena. Y separó Dios la luz de la tiniebla. 5Llamó
Dios a la luz «día» y a la tiniebla llamó «noche». Pasó una tarde, pasó una
mañana: el día primero. 6Y dijo Dios: «Exista un firmamento
entre las aguas, que separe aguas de aguas». 7E hizo Dios el
firmamento y separó las aguas de debajo del firmamento de las aguas de encima
del firmamento. Y así fue. 8Llamó Dios al firmamento «cielo».
Pasó una tarde, pasó una mañana: el día segundo. 9Dijo Dios:
«Júntense las aguas de debajo del cielo en un solo sitio, y que aparezca lo
seco». Y así fue. 10Llamó Dios a lo seco «tierra», y a la masa
de las aguas llamó «mar». Y vio Dios que era bueno. 11Dijo
Dios: «Cúbrase la tierra de verdor, de hierba verde que engendre semilla, y de
árboles frutales que den fruto según su especie y que lleven semilla sobre la
tierra». Y así fue. 12La tierra brotó hierba verde que
engendraba semilla según su especie, y árboles que daban fruto y llevaban semilla
según su especie. Y vio Dios que era bueno. 13Pasó una tarde,
pasó una mañana: el día tercero. 14Dijo Dios: «Existan
lumbreras en el firmamento del cielo, para separar el día de la noche, para
señalar las fiestas, los días y los años, 15y sirvan de lumbreras
en el firmamento del cielo, para iluminar sobre la tierra». Y así fue. 16E
hizo Dios dos lumbreras grandes: la lumbrera mayor para regir el día, la
lumbrera menor para regir la noche; y las estrellas. 17Dios las
puso en el firmamento del cielo para iluminar la tierra, 18para
regir el día y la noche y para separar la luz de la tiniebla. Y vio Dios que
era bueno. 19Pasó una tarde, pasó una mañana: el día
cuarto. 20Dijo Dios: «Bullan las aguas de seres vivientes, y
vuelen los pájaros sobre la tierra frente al firmamento del cielo». 21Y
creó Dios los grandes cetáceos y los seres vivientes que se deslizan y que las
aguas fueron produciendo según sus especies, y las aves aladas según sus
especies. Y vio Dios que era bueno. 22Luego los bendijo Dios,
diciendo: «Sed fecundos y multiplicaos, llenad las aguas del mar; y que las
aves se multipliquen en la tierra». 23Pasó una tarde, pasó una
mañana: el día quinto. 24Dijo Dios: «Produzca la tierra seres
vivientes según sus especies: ganados, reptiles y fieras según sus especies». Y
así fue. 25E hizo Dios las fieras según sus especies, los
ganados según sus especies y los reptiles según sus especies. Y vio Dios que
era bueno. 26Dijo Dios: «Hagamos al hombre a nuestra imagen y
semejanza; que domine los peces del mar, las aves del cielo, los ganados y los
reptiles de la tierra». 27Y creó Dios al hombre a su imagen, a
imagen de Dios lo creó, varón y mujer los creó. 28Dios los
bendijo; y les dijo Dios: «Sed fecundos y multiplicaos, llenad la tierra y
sometedla; dominad los peces del mar, las aves del cielo y todos los animales
que se mueven sobre la tierra». 29Y dijo Dios: «Mirad, os
entrego todas las hierbas que engendran semilla sobre la superficie de la
tierra y todos los árboles frutales que engendran semilla: os servirán de
alimento. 30Y la hierba verde servirá de alimento a todas las
fieras de la tierra, a todas las aves del cielo, a todos los reptiles de la
tierra y a todo ser que respira». Y así fue. 31Vio Dios todo lo
que había hecho, y era muy bueno. Pasó una tarde, pasó una mañana: el día
sexto.
21Así quedaron concluidos el cielo, la
tierra y todo el universo. 2Y habiendo concluido el día séptimo
la obra que había hecho, descansó el día séptimo de toda la obra que había
hecho. 3Y bendijo Dios el día séptimo y lo consagró, porque en
él descansó de toda la obra que Dios había hecho cuando creó. 4Esta
es la historia del cielo y de la tierra cuando fueron creados.
APUNTES
PARA COMPRENDER EL TEXTO:
El texto subraya un gran mensaje religioso contenido en sus líneas:
1.1.Dios ha creado todo cuanto existe. El relato lo dice con un estilo y un lenguaje típicamente semitas: por un lado ya la expresión «los cielos y la tierra» es indicadora de totalidad.
1.2. Nada queda fuera de la mano creadora de Dios: enumerar todas las criaturas, todos los seres que pueblan el universo creado: peces, aves, fieras salvajes.
1.3.Se subraya la Omnipotencia de Dios que crea todo con su sólo palabra: «Dijo Dios ... y así fue»
Dios no crea con esfuerzo; basta su sola palabra para que todo venga a la existencia. Como comentará el Salmo 33: «El lo dijo y existió, él lo mandó y surgió» (v. 49).
1.4. Se subraya la bondad y la hermosura de todo los creado:«vio Dios que era bueno».
El Creador se complace en la obra de sus manos. A los ojos del Creador -y por tanto realmente- todo lo creado es bueno.
Ello también se refleja en el orden y armonía del universo: separación de luz y tinieblas, ornamentación de la bóveda celeste, etc. Dios ha hecho todo con sabiduría: las plantas están dotadas de semilla, los animales de fecundidad...
1.5. Dentro del conjunto de la creación el hombre ocupa un lugar destacado: la creación del hombre y de la mujer viene en último lugar, como culminando toda la obra creadora; al ser humano se le encomienda someter y dominar la creación porque toda ella está a su servicio; si todo lo creado es bueno, Dios se complace en el ser humano como «muy bueno»; creado como fruto de una «deliberación» de Dios, de un designio suyo, el hombre y la mujer son ante todo «imagen y semejanza» de Dios: a diferencia de las demás criaturas, inanimadas, el hombre, como ser personal puede entrar en relación y en diálogo con su Creador.
1.6. Se resalta la grandeza y la soberanía de Dios: es único, anterior y superior a todo los creado, trascendente.
A diferencia de los dioses babilónicos, que se desprendían del caos, Dios es preexistente; a diferencia de los asirios, que divinizaban al sol, la luna y las estrellas, el relato bíblico los presenta como criaturas de Dios.
1.7. Todo el relato de la creación es como un poema litúrgico: Todo el universo creado es como un inmenso templo para la gloria del Creador.
A imitación de Dios el hombre deberá trabajar seis días y descansar el séptimo: todo su trabajo está orientado al sábado, es decir, a la glorificación de Dios.
El propósito sería también reforzar la idea del sábado como día sagrado de descanso, además por supuesto de dejar claro que toda la creación, incluido el hombre, son obra de Dios.
El israelita, a imitación de Dios, debe santificar con el descanso el día del Sábado.
II.-EL RELATO DE LA CREACIÓN SEGÚN LA TRADICIÓN YAHVISTA.
El segundo de ellos (2, 4b-25), pertenece a la tradición yahvista (Y), escrita a mediados del siglo X a. C, producto de las reflexiones de unos sabios de la corte del rey Salomón. y el relato se centra en la creación del hombre y continúa con la narración del pecado.
En un tiempo de tranquilidad y prosperidad, superado la etapa nómada, el pueblo se interroga sobre los grandes enigmas de la vida: la existencia, el dolor, el mal.
Si
en el relato anterior se subrayaba la trascendencia de Dios, que creaba con su
sola palabra, aquí se subraya su cercanía y su intervención directa:
el Creador aparece bajo la imagen del alfarero; lo mismo que este va
modelando sus vasijas, con delicadeza, sin prisas, una por una, Dios forma a
cada uno de los hombres con una intervención única y especial (cf. Jer 18,2-6;
Is 6,4-7).
TEXTO BÍBLICO: Gén 1,1-2-4.
4Esta es la historia del cielo y de la tierra cuando fueron
creados. El día en que el
Señor Dios hizo tierra y cielo, 5no había aún matorrales en la tierra, ni brotaba hierba en el
campo, porque el Señor Dios no había enviado lluvia sobre la tierra, ni había
hombre que cultivase el suelo; 6pero un manantial salía de la tierra y regaba toda la
superficie del suelo. 7Entonces el Señor Dios modeló al hombre del polvo del suelo e
insufló en su nariz aliento de vida; y el hombre se convirtió en ser vivo. 8Luego el Señor Dios
plantó un jardín en Edén, hacia Oriente, y colocó en él al hombre que había
modelado. 9El Señor Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles
hermosos para la vista y buenos para comer; además, el árbol de la vida en
mitad del jardín, y el árbol del conocimiento del bien y el mal. 10En Edén nacía un río
que regaba el jardín, y allí se dividía en cuatro brazos: 11el primero se llama
Pisón; rodea toda la tierra de Javilá, donde hay oro. 12El oro de este país es
bueno; allí hay también bedelio y lapislázuli. 13El segundo río se llama Guijón; rodea toda la tierra de
Cus. 14El
tercero se llama Tigris y corre al este de Asiria. El cuarto es el Éufrates. 15El Señor Dios tomó al
hombre y lo colocó en el jardín de Edén, para que lo guardara y lo
cultivara. 16El Señor Dios dio este mandato al hombre: «Puedes comer de
todos los árboles del jardín, 17pero del árbol del conocimiento del bien y el mal no comerás,
porque el día en que comas de él, tendrás que morir». 18El Señor Dios se dijo:
«No es bueno que el hombre esté solo; voy a hacerle a alguien como él, que le
ayude». 19Entonces el Señor Dios modeló de la tierra todas las bestias
del campo y todos los pájaros del cielo, y se los presentó a Adán, para ver qué
nombre les ponía. Y cada ser vivo llevaría el nombre que Adán le pusiera. 20Así Adán puso nombre a
todos los ganados, a los pájaros del cielo y a las bestias del campo; pero no
encontró ninguno como él, que le ayudase. 21Entonces el Señor Dios hizo caer un letargo sobre Adán, que se
durmió; le sacó una costilla, y le cerró el sitio con carne. 22Y el Señor Dios formó,
de la costilla que había sacado de Adán, una mujer, y se la presentó a
Adán. 23Adán dijo: «¡Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi
carne! Su nombre será “mujer”, porque ha salido del varón». 24Por eso abandonará el
varón a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola
carne. 25Los dos estaban desnudos, Adán y su mujer, pero no sentían
vergüenza uno de otro.
APUNTES PARA COMPRENDER EL TEXTO:
2.1. En esta narración destaca el hecho de que el ser humano es colocado en el paraíso; un auténtico oasis en medio del desierto, con abundantes ríos y árboles hermosos; ahí el hombre es colocado como jardinero, para que lo cultive y lo guarde.
Esta situación paradisíaca subraya la armonía profunda en que vive el hombre; armonía con Dios, que le cuida y con el que está en relación amistosa; armonía consigo mismo, lleno de inocencia, de felicidad y de paz; armonía con su mujer, sin vergüenza de ningún tipo; armonía con la creación que le sirve y le proporciona alimento...
A la inversa del relato sacerdotal, que tiene un estilo monótono, este relato tiene un estilo vivo y lleno de colorido, sirviéndose de mitos o símbolos, en muchos casos tomados de las culturas circundantes, aunque purificándolos de su carácter POLITEÍSTA.
2.2.El hombre es hecho de barro, de polvo del suelo, lo que subraya su condición corporal, material, su condición caduca y mortal; pero a la vez Dios «insufló en sus narices aliento de vida»: con ello nos da a entender que, si Dios le infunde su propio aliento, en el hombre hay algo «divino»; eso explica que el hombre esté hecho para Dios, que tienda a Dios, y que viva en relación de total dependencia respecto de Él.
2.3. Este relato se centra en la creación del hombre y de la mujer. Ya en el primer relato aparecía cómo Dios les constituye varón y hembra, los bendice con el don de la fecundidad y les da el mandato de transmitir la vida.
-Los dos sexos provienen de Dios, que modela el barro para formar al hombre y «trabaja» la costilla para formar la mujer; también esta es fruto de una intervención directa y personal del Creador.
-Igualdad entre hombre y mujer (hombre-hembra): los dos están hechos de la misma «materia». («hueso de mis huesos y carne de mi carne»).
-Llamados a ser una sola carne: el grito de júbilo de Adán indica que por fin ha encontrado una ayuda adecuada, esponsal; la palabra «carne» indica en la Biblia la persona entera bajo el aspecto corporal; y «ser una sola carne» significa ser una sola persona, un solo ser, e incluye la unión de mente y corazón, de voluntades y sentimientos en un proyecto de vida común; la unión de los cuerpos tiene sentido y valor como signo y expresión de esta unión más profunda e interior.
-Bondad del
cuerpo y de la sexualidad: la expresión «estaban desnudos ... pero no se
avergonzaban» (v.25) apunta a un estado de inocencia en que sin malicia y con
mirada limpia nada entorpece la relación entre las personas tal como Dios las
ha creado; será el desorden del pecado el que introduzca la malicia en toda
esta realidad (cf. Gen 3).
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