Evangelio del día + breve explicación en un minuto.
La Iglesia antes de ser evangelizadora y caritativa es escuchadora de la Palabra.
¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen como María de Nazaret! Gracias por tu visita. Si te ha gustado añade me gusta. Compártelo en las redes.
La Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, que ilumina la vida de cada hombre y mujer creyentes. Bien sabemos que «el plan de la revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente ligadas…y la verdad profunda de Dios y de la salvación del hombre que transmite dicha revelación, resplandece en Cristo, mediador y plenitud de toda la revelación» (D.V. 2).
15Cuidado
con los profetas falsos; se acercan con piel de oveja, pero por dentro son
lobos rapaces. 16Por
sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se cosechan uvas de las zarzas o higos de los
cardos? 17Así,
todo árbol sano da frutos buenos; pero el árbol dañado da frutos malos. 18Un árbol sano no puede dar frutos malos,
ni un árbol dañado dar frutos buenos. 19El
árbol que no da fruto bueno se tala y se echa al fuego. 20Es decir, que por sus frutos los
conoceréis.
Celebramos el Miércoles de la Duodécima Semana del Tiempo Ordinario.
Desde Jesucristo comprendemos, a la luz de toda su vida, que "Dios necesita de los hombres no para ser Dios sino para ser un Dios de hombres y mujeres" (Edward Shillebeeckx), y que es imposible gestar un credo razonable al margen de la historia del hombre, de su temporalidad, de sus angustias y esperanzas.
En el Evangelio de este Miércoles de la Duodécima Semana del Tiempo Ordinario leemos el Evangelio de San Mateo ( Mt 7,15-20).
Jesús advierte que ciertas enseñanzas dadas pretendidamente en nombre de Dios pueden causar efectos desastrosos en los hombres. Y señala que solamente por los frutos conoceremos a los creyentes, es decir, coherencia entre enseñanza y práctica, como sucede con el árbol y su fruto.
Hagamos nuestra esta preciosa oración de San Ignacio de Loyola y supliquemos a Dios que nos ayude a cumplir su voluntad al estilo de María de Nazaret: “Tomad, Señor, toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad, todo mi haber y mi poseer... Dadme vuestro amor y gracia, que ésta me basta, sin que os pida otra cosa”.
Pidamos a Dios que nos haga cada día más santos y más capaces de amar a nuestros hermanos
ESPECIAL: FIRMES Y SEGUROS EN JESUCRISTO.
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