Evangelio del día + breve explicación en un minuto.
La Iglesia antes de ser evangelizadora y caritativa es escuchadora de la Palabra.
¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen como María de Nazaret! Gracias por tu visita. Si te ha gustado añade me gusta. Compártelo en las redes.
34Los fariseos, al oír que había
hecho callar a los saduceos, se reunieron en un lugar 35y uno de ellos, un doctor de la
ley, le preguntó para ponerlo a prueba: 36«Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la
ley?». 37Él le dijo: «“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu
alma, con toda tu mente”. 38Este mandamiento es el principal y primero. 39El segundo es semejante a él:
“Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. 40En estos dos mandamientos se sostienen toda la Ley y
los Profetas».
Celebramos el Vienes de la Vigésima Semana del Tiempo Ordinario .
Cuando parezca que tu vida se hace añicos y el huracán del vacío se apodere de tu interior... entonces descubre que tu existencia debe de anclarse en la búsqueda de un sentido global con dos alas invisibles, la razón y la fe, y te eleven más allá de ti mismo: hacia Dios.
En el Evangelio de este Viernes de la XX Semana del Tiempo Ordinario leemos el Evangelio de San Mateo (Mt 22,34-40).
Un fariseo le pregunta a Jesús una pregunta con intención de ponerlo a prueba: “Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?”.
Jesús responde: Amarás a Señor con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser. Y el segundo es semejante a él: Amará a tu prójimo como a ti mismo. Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas.
Pidamos a Dios que nos conceda amarle con todas nuestras fuerzas y al prójimo como a nosotros mismos. Amén.
LA IMPORTANCIA DE LA PALABRA DE DIOS.
La Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, que ilumina la vida de cada hombre y mujer creyentes. Bien sabemos que «el plan de la revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente ligadas…y la verdad profunda de Dios y de la salvación del hombre que transmite dicha revelación, resplandece en Cristo, mediador y plenitud de toda la revelación» (D.V. 2).
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