INTRODUCCIÓN AL BLOG
Evangelio del día + breve explicación en un minuto.
La Iglesia antes de ser evangelizadora y caritativa es escuchadora de la Palabra.
¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen como María de Nazaret! Gracias por tu visita. Si te ha gustado añade me gusta. Compártelo en las redes.
La Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, que ilumina la vida de cada hombre y mujer creyentes. Bien sabemos que «el plan de la revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente ligadas…y la verdad profunda de Dios y de la salvación del hombre que transmite dicha revelación, resplandece en Cristo, mediador y plenitud de toda la revelación» (D.V. 2).
11Una vez, yendo camino de
Jerusalén, pasaba entre Samaría y Galilea. 12Cuando iba a entrar en una
ciudad, vinieron a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a lo
lejos 13y a gritos le decían: «Jesús,
maestro, ten compasión de nosotros». 14Al verlos, les dijo: «Id a presentaros a los
sacerdotes». Y sucedió que, mientras iban de camino, quedaron limpios. 15Uno de ellos, viendo que estaba
curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos 16y se postró a los pies de Jesús,
rostro en tierra, dándole gracias. Este era un samaritano. 17Jesús, tomó la palabra y dijo:
«¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? 18¿No ha habido quien volviera a
dar gloria a Dios más que este extranjero?». 19Y le dijo: «Levántate, vete; tu
fe te ha salvado».
Hoy la Iglesia celebra el Domingo XXVIII del Tiempo Ordinario.
“La Iglesia, desde la tradición apostólica que tiene su origen en el mismo día de la resurrección de Cristo, celebra el misterio pascual cada ocho días, en el día que se llama con razón “día del Señor" o domingo. Vivamos con intensidad el Día del Señor.
En el Evangelio del Domingo XXVIII del Tiempo Ordinario leemos el evangelio de San Lucas (Lc 17,11-19).
San Lucas relata un episodio en el camino de Jesús hacia Jerusalén: Diez leprosos son curados, pero sólo uno de ellos, un samaritano, vuelve a agradecer el don de la curación y a dar gracias a Dios. Solamente el samaritano alcanza el fin último del milagro: entrar en una nueva relación con Dios.
Toda nuestra vida se encierra entre los dos gritos del leproso samaritano: el de la compasión y el de la acción de gracias (“ ten compasión de nosotros” y “darle gracias”).
Pidamos especialmente en este día a Dios el don de la generosidad y el desprendimiento para seguir con entusiasmo y autenticidad a Jesucristo. Pidamos por las misiones y por los misioneros. Amén.
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