INTRODUCCIÓN AL BLOG
Evangelio del día + breve explicación en un minuto.
La Iglesia antes de ser evangelizadora y caritativa es escuchadora de la Palabra.
¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen como María de Nazaret! Gracias por tu visita. Si te ha gustado añade me gusta. Compártelo en las redes.
La Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, que ilumina la vida de cada hombre y mujer creyentes. Bien sabemos que «el plan de la revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente ligadas…y la verdad profunda de Dios y de la salvación del hombre que transmite dicha revelación, resplandece en Cristo, mediador y plenitud de toda la revelación» (D.V. 2).
21Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le
reunió mucha gente a su alrededor y se quedó junto al mar. 22Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al
verlo, se echó a sus pies, 23rogándole con insistencia: «Mi niña está en las últimas; ven,
impón las manos sobre ella, para que se cure y viva». 24Se fue con él y lo seguía mucha gente que lo apretujaba. 25Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacía doce años. 26Había sufrido mucho a manos de los médicos y se había gastado
en eso toda su fortuna; pero, en vez de mejorar, se había puesto peor. 27Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la
gente, le tocó el manto, 28pensando: «Con solo tocarle el manto curaré». 29Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias y notó
que su cuerpo estaba curado. 30Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió
enseguida, en medio de la gente y preguntaba: «¿Quién me ha tocado el manto?». 33La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo
que le había ocurrido, se le echó a los pies y le confesó toda la verdad. 34Él le dice: «Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz y queda
curada de tu enfermedad». 35Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de
la sinagoga para decirle: «Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al
maestro?». 36Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la
sinagoga: «No temas; basta que tengas fe». 37No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago
y Juan, el hermano de Santiago. 38Llegan a casa del jefe de la sinagoga y encuentra el alboroto
de los que lloraban y se lamentaban a gritos 39y después de entrar les dijo: «¿Qué estrépito y qué lloros
son estos? La niña no está muerta; está dormida». 40Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el
padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, 41la cogió de la mano y le dijo: Talitha qumi (que significa:
«Contigo hablo, niña, levántate»). 42La niña se levantó inmediatamente y echó a andar; tenía doce
años. Y quedaron fuera de sí llenos de estupor. 43Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran
de comer a la niña.
Hoy celebramos el Domingo XIII del Tiempo Ordinario.
Hoy la Iglesia celebra la memoria de los Santos Mártires de Roma.
La celebración de hoy, introducida por el nuevo calendario romano universal, se refiere a los protomártires de la Iglesia de Roma, víctimas de la persecución de Nerón después del incendio de Roma, que tuvo lugar el 19 de julio del año 64.
En el Evangelio de Domingo XIII del Tiempo Ordinario leemos el evangelio de San Marcos (Mc 5,21-43).
Jesús cura a una hemorroisa que padecía flujo de sangre desde hacía doce años y hace volver a la vida a la hija de Jairo, jefe de la sinagoga.
En el Evangelio “los milagros están siempre ligados a la fe. , aunque sabemos que la curación proviene del poder de Dios.
La fe es la condición. De hecho, la mujer se curó, precisa Mateo, en aquel instante (9,22b); es decir, no cuando tuvo fe, ni siquiera cuando tocó el manto de Jesús, sino cuando el Señor le dirigió la palabra. Es la palabra de Cristo la que salva. La fe es la condición para que Dios obre milagros (Bruno Maggioni).
Jesús vacía la casa de Jairo, que parece una tumba, y la transforma en una casa de alegría y de vida. La hija de Jairo, niña de 12 años, y la hemorroisa, enfermo y vieja, van a encontrar en Cristo la “vida”, porque Él es la vida. Jesús se manifiesta como el Señor de la vida y de la muerte, y que la muerte será vencida.
Pidamos a Dios que nos
ayude a caminar por la senda del testimonio y del compromiso, de la confianza y
de la construcción del Reino. Amén.
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