INTRODUCCIÓN AL BLOG
Evangelio del día + breve explicación en un minuto.
La Iglesia antes de ser evangelizadora y caritativa es escuchadora de la Palabra.
¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen como María de Nazaret! Gracias por tu visita. Si te ha gustado añade me gusta. Compártelo en las redes.
La Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, que ilumina la vida de cada hombre y mujer creyentes. Bien sabemos que «el plan de la revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente ligadas…y la verdad profunda de Dios y de la salvación del hombre que transmite dicha revelación, resplandece en Cristo, mediador y plenitud de toda la revelación» (D.V. 2).
6No deis lo santo a los perros, ni les echéis vuestras perlas
a los cerdos; no sea que las pisoteen con sus patas y después se revuelvan para
destrozaros. 12Así, pues, todo lo que deseáis que los demás hagan con
vosotros, hacedlo vosotros con ellos; pues esta es la Ley y los Profetas. 13Entrad por la puerta estrecha. Porque ancha es la puerta y espacioso el
camino que lleva a la perdición, y muchos entran por ellos. 14¡Qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva
a la vida! Y pocos dan con ellos.
Celebramos el Martes de la Duodécima Semana del Tiempo Ordinario.
La salvación es un regalo de Dios que no se consigue por méritos propios.
La salvación nos la ha merecido Jesús de Nazaret, muerto y resucitado. Su vida, muerte y resurrección nos revela cuánto nos ama Dios.
En el Evangelio de este Martes de la Duodécima Semana del Tiempo Ordinario leemos el Evangelio de San Mateo (Mt 7,6.12-14).
Jesús advierte que hay cosas santas que no conviene exponerlas ante cualquiera.
Los pervertidos las pervierten. Además, Jesús señala que la norma central del discípulo debe de ser “todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos; porque ésta es la Ley y los Profetas”. Por esta razón, hay que entrar por la puerta estrecha: buscar el interés ajeno y el amor ajeno para entrar en el reino de la vida.
Pidamos a Dios que nos haga cada día más santos y más capaces de amar a nuestros hermanos. Amén”.
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