INTRODUCCIÓN AL BLOG
Evangelio del día + breve explicación en un minuto.
La Iglesia antes de ser evangelizadora y caritativa es escuchadora de la Palabra.
¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen como María de Nazaret! Gracias por tu visita. Si te ha gustado añade me gusta. Compártelo en las redes.
La Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, que ilumina la vida de cada hombre y mujer creyentes. Bien sabemos que «el plan de la revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente ligadas…y la verdad profunda de Dios y de la salvación del hombre que transmite dicha revelación, resplandece en Cristo, mediador y plenitud de toda la revelación» (D.V. 2).
16Los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús
les había indicado. 17Al verlo, ellos se postraron, pero algunos dudaron. 18Acercándose a ellos, Jesús les dijo: «Se me ha dado todo
poder en el cielo y en la tierra. 19Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos,
bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; 20enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que
yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos».
Hoy celebramos la Solemnidad de la Santísima Trinidad, después de la Solemnidad de Pentecostés.
Nuestra vida cristiana ciertamente es una vida espiritual trinitaria: una vida en el Padre, Hijo y Espíritu Santo. La Trinidad es un Misterio de Amor, un Misterio de Comunión y de Comunicación.
Solamente en el Misterio de la Comunión y Conminación divina del Padre, del Hijo y del Espíritu suplicamos el aumento de nuestra fe, de nuestra esperanza y de nuestra caridad.
En el Evangelio de esta Solemnidad de la Santísima Trinidad leemos el Evangelio de San Mateo.
Jesús, cumplida la misión que su Padre le había encomendado, vive y reina con Dios para siempre.
Sus discípulos recibieron el encargo de continuar lo que él había comenzado. Ellos habían de ir a todas partes y hacer discípulos de Jesús, en nombre de la Santísima Trinidad. (Mt 28,16-20).
Supliquemos intimidad y confianza con el Padre amoroso que ha creado el cielo y la tierra; con el Hijo que se entrega por nosotros; con el Espíritu Santo que nos impulsa a ser discípulos y seguidores de Jesús. Amén.
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