Evangelio del día + breve explicación en un minuto.
La Iglesia antes de ser evangelizadora y caritativa es escuchadora de la Palabra.
¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen como María de Nazaret! Gracias por tu visita. Si te ha gustado añade me gusta. Compártelo en las redes.
La Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, que ilumina la vida de cada hombre y mujer creyentes. Bien sabemos que «el plan de la revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente ligadas…y la verdad profunda de Dios y de la salvación del hombre que transmite dicha revelación, resplandece en Cristo, mediador y plenitud de toda la revelación» (D.V. 2).
40Se
le acerca un leproso, suplicándole de rodillas: «Si quieres, puedes
limpiarme». 41Compadecido,
extendió la mano y lo tocó diciendo: «Quiero: queda limpio». 42La
lepra se le quitó inmediatamente y quedó limpio. 43Él
lo despidió, encargándole severamente: 44«No
se lo digas a nadie; pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece
por tu purificación lo que mandó Moisés, para que les sirva de
testimonio». 45Pero
cuando se fue, empezó a pregonar bien alto y a divulgar el hecho, de modo que
Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en
lugares solitarios; y aun así acudían a él de todas partes.
Celebramos el Domingo de la Sexta Semana del Tiempo Ordinario y el Día de la Campaña contra el Hambre en el Mundo.
Manos Unidas nos presenta esta Campaña con el lema: “El efecto ser humano”.
Esta jornada nos invita a la solidaridad y al bien común, para que las personas de todo el mundo puedan acceder a una alimentación sana, al agua y a la educación, a la sanidad…
El Evangelio de San Marcos en este Sexto Domingo del Tiempo Ordinario nos presenta cómo Jesús cura a un leproso.
Jesús sigue manifestando su poder ante el mal que destruye a la persona (cf. Mc 1,40-45).
La lepra era considerada un castigo de Dios por el pecado. El enfermo era culpable de un pecado, y tenía que llevar los vestidos rotos, rapada la cabeza y cubierta la barba. Y si alguien se acercaba, debía gritar: “Impuro, impuro. Además, debía vivir fuera de la ciudad.
Sin embargo, Jesús, ante la súplica del leproso, que se pone de rodillas ante Él, le cura. El leproso cree y confía en Jesús. Y Jesús le ofrece la salvación y el verdadero rostro de Dios, que no quiere exclusiones ni marginaciones.
Pedimos especialmente hoy a Dios por todos los enfermos de nuestras familias y de nuestros.
Pedimos por la erradicación del hambre en el mundo. Amén.
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