Evangelio del día + breve explicación en un minuto.
La Iglesia antes de ser evangelizadora y caritativa es escuchadora de la Palabra.
¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen como María de Nazaret! Gracias por tu visita. Si te ha gustado añade me gusta. Compártelo en las redes.
La Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, que ilumina la vida de cada hombre y mujer creyentes. Bien sabemos que «el plan de la revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente ligadas…y la verdad profunda de Dios y de la salvación del hombre que transmite dicha revelación, resplandece en Cristo, mediador y plenitud de toda la revelación» (D.V. 2).
91Subió Jesús a una barca, cruzó a la otra orilla y fue a su ciudad. 2En esto le presentaron un paralítico, acostado en una camilla. Viendo la fe que tenían, dijo al paralítico: «¡Ánimo, hijo!, tus pecados te son perdonados». 3Algunos de los escribas se dijeron: «Este blasfema». 4Jesús, sabiendo lo que pensaban, les dijo: «¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? 5¿Qué es más fácil, decir: “Tus pecados te son perdonados”, o decir: “Levántate y echa a andar”? 6Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados —entonces dice al paralítico—: “Ponte en pie, coge tu camilla y vete a tu casa”». 7Se puso en pie y se fue a su casa. 8Al ver esto, la gente quedó sobrecogida y alababa a Dios, que da a los hombres tal potestad.
Celebramos el Jueves de la Décima Tercera Semana del Tiempo Ordinario.
Jesús de Nazaret nos invita a vivir el presente como manifestación y presencia de Dios en la vida de cada uno de nosotros.
Él decía con insistencia: “Buscad primero el Reino de Dios y su justicia, y todo se os dará por añadidura. No os agobiéis por el mañana, porque el mañana traerá su propio agobio. A cada día le bastan sus disgustos” (Mt 6,33-34).
En el Evangelio de este Jueves de la Décima Tercera Semana del Tiempo Ordinario leemos el Evangelio de San Mateo (Mt 9,1-8).
Jesús sube a una barca y fue a su ciudad. Le presentan a un paralítico para que realice con él una intervención sanadora. Y Jesús empieza por perdonar sus pecados. La curación física es sólo una señal de la sanación espiritual y la propuesta de la renovación del mundo que Jesús trae.
Supliquemos a Dios una sanación profunda para cada uno de nosotros, y fuerza para ser testigos de Jesucristo en nuestros ambientes. Amén
ESPECIAL: FIRMES Y SEGUROS EN JESUCRISTO.
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