Evangelio del día + breve explicación en un minuto.
La Iglesia antes de ser evangelizadora y caritativa es escuchadora de la Palabra.
¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen como María de Nazaret! Gracias por tu visita. Si te ha gustado añade me gusta. Compártelo en las redes.
La Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, que ilumina la vida de cada hombre y mujer creyentes. Bien sabemos que «el plan de la revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente ligadas…y la verdad profunda de Dios y de la salvación del hombre que transmite dicha revelación, resplandece en Cristo, mediador y plenitud de toda la revelación» (D.V. 2).
Al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole: 6«Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho». 7Le contestó: «Voy yo a curarlo». 8Pero el centurión le replicó: «Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. 9Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: “Ve”, y va; al otro: “Ven”, y viene; a mi criado: “Haz esto”, y lo hace». 10Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que lo seguían: «En verdad os digo que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. 11Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos; 12en cambio, a los hijos del reino los echarán fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes». 13Y dijo Jesús al centurión: «Vete; que te suceda según has creído». Y en aquel momento se puso bueno el criado. 14Al llegar Jesús a la casa de Pedro, vio a su suegra en cama con fiebre; 15le tocó su mano y se le pasó la fiebre; se levantó y se puso a servirle. 16Al anochecer, le llevaron muchos endemoniados; él, con su palabra, expulsó los espíritus y curó a todos los enfermos 17para que se cumpliera lo dicho por medio del profeta Isaías: «Él tomó nuestras dolencias y cargó con nuestras enfermedades».
Celebramos el Sábado de la Duodécima Semana del Tiempo Ordinario.
Desde Jesucristo comprendemos, a la luz de toda su vida, que "Dios necesita de los hombres no para ser Dios sino para ser un Dios de hombres y mujeres" (Edward Shillebeeckx), y que es imposible gestar un credo razonable al margen de la historia del hombre, de su temporalidad, de sus angustias y esperanzas.
En el Evangelio de este Sábado de la Duodécima Semana del Tiempo Ordinario leemos el Evangelio de San Mateo (Mt 8,5-17).
En el Evangelio de hoy Jesús alaba la fe de un pagano, un centurión romano que pone la confianza plena en él para que cure a su criado.
La fe de este pagano es resaltada por Jesús: “Os digo que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe…”
También en Cafarnaúm, Jesús cura a la suegra de Pedro, y ella en un gesto agradecido se puso a servirles.
La curación de Jesús se extiende a muchos, reconociendo que “Él tomó nuestras dolencias y cargó con nuestras enfermedades”.
Pidamos el fortalecimiento de la fe, de la esperanza y de la caridad. Amén.
ESPECIAL: FIRMES Y SEGUROS EN JESUCRISTO.
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