Evangelio del día + breve explicación en un minuto.
La Iglesia antes de ser evangelizadora y caritativa es escuchadora de la Palabra.
¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen como María de Nazaret! Gracias por tu visita. Si te ha gustado añade me gusta. Compártelo en las redes.
La Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, que ilumina la vida de cada hombre y mujer creyentes. Bien sabemos que «el plan de la revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente ligadas…y la verdad profunda de Dios y de la salvación del hombre que transmite dicha revelación, resplandece en Cristo, mediador y plenitud de toda la revelación» (D.V. 2).
En aquel tiempo, Jesús se marchó a la otra parte
del mar de Galilea, o de Tiberíades. Lo seguía mucha gente, porque habían visto
los signos que hacía con los enfermos.
Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó
allí con sus discípulos.
Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos.
Jesús entonces levantó los ojos y, al ver que acudía mucha gente, dice a
Felipe:
«¿Con qué compraremos panes para que coman
estos?».
Lo decía para probarlo, pues bien sabía él lo
que iba a hacer.
Felipe le contestó:
«Doscientos denarios de pan no bastan para que a
cada uno le toque un pedazo».
Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de
Simón Pedro, le dice:
«Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de
cebada y dos peces; pero ¿qué es eso para tantos?».
Jesús dijo:
«Decid a la gente que se siente en el suelo».
Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron;
solo los hombres eran unos cinco mil.
Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias
y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del
pescado.
Cuando se saciaron, dice a sus discípulos:
«Recoged los pedazos que han sobrado; que nada
se pierda».
Los recogieron y llenaron doce canastos con los
pedazos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido. La
gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía:
«Este es verdaderamente el Profeta que va a
venir al mundo».
Jesús, sabiendo que iban a llevárselo para
proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña él solo.
Celebramos el II Viernes de Pascua .
La Resurrección de Jesucristo es la predicación de la Iglesia y marca la columna vertebral de todo su existir, de todo su ser, y constituye la esencia misma de su predicación y de su apostolado.
En el Evangelio de este II Viernes de Pascua, San Juan nos presenta la multiplicación de los panes y los peces.
La Pascua judía, en la que se comía el pan sin levadura y se recordaba el maná del desierto, está próxima. En este momento, Jesús, con la realización de una señal, plantea un problema fundamental: ¿De dónde viene el alimento que sacie el hambre del hombre?
Jesús rechaza la tentación de un mesianismo temporal. En la soledad, cara a cara con su Padre, se reafirma en su elección (Jn 6,1-15).
Vemos en el Evangelio cómo Jesús, lleno de compasión, se preocupa por el bienestar de quienes le siguen con fidelidad. Multiplica para ellos el pan. Pero en esta acción en que Dios se muestra misericordioso para con los suyos, quiere que los suyos pongan lo que poseen al servicio de los demás. La medida de lo que se ofrece manifiesta el grado de amor que se tiene hacia los demás.
Dirijámonos a la Virgen María para que interceda ante el Dios Todopoderoso por nuestras familias y conocidos. Amén.
ESPECIAL: FIRMES Y SEGUROS EN JESUCRISTO.
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