INTRODUCCIÓN AL BLOG
Evangelio del día + breve explicación en un minuto.
La Iglesia antes de ser evangelizadora y caritativa es escuchadora de la Palabra.
¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen como María de Nazaret! Gracias por tu visita. Si te ha gustado añade me gusta. Compártelo en las redes.
La Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, que ilumina la vida de cada hombre y mujer creyentes. Bien sabemos que «el plan de la revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente ligadas…y la verdad profunda de Dios y de la salvación del hombre que transmite dicha revelación, resplandece en Cristo, mediador y plenitud de toda la revelación» (D.V. 2).
Un día, estaba Jesús enseñando, y estaban
sentados unos fariseos y maestros de la ley, venidos de todas las aldeas de
Galilea, Judea y Jerusalén. Y el poder del Señor estaba con él para realizar
curaciones.
En esto, llegaron unos hombres que traían en una
camilla a un hombre paralítico y trataban de introducirlo y colocarlo delante
de él. No encontrando por donde introducirlo a causa del gentío, subieron a la
azotea, lo descolgaron con la camilla a través de las tejas, y lo pusieron en
medio, delante de Jesús. Él, viendo la fe de ellos, dijo:
«Hombre, tus pecados están perdonados».
Entonces se pusieron a pensar los escribas y los
fariseos:
«¿Quién es éste que dice blasfemias? ¿Quién
puede perdonar pecados sino sólo Dios?».
Pero Jesús, conociendo sus pensamientos,
respondió y les dijo:
«¿Qué estáis pensando en vuestros corazones?
¿Qué es más fácil, decir: “Tus pecados te son perdonados”, o decir: “Levántate
y echa a andar”? Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene poder en la
tierra para perdonar pecados —dijo al paralítico—: “A ti te lo digo, ponte en
pie, toma tu camilla y vete a tu casa”».
Y, al punto, levantándose a la vista de ellos,
tomó la camilla donde había estado tendido y se marchó a su casa dando gloria a
Dios
El asombro se apoderó de todos y daban gloria a
Dios. Y, llenos de temor, decían:
«Hoy hemos visto maravillas».
Celebramos el Lunes de la Segunda Semana de Adviento.
El tiempo de Adviento es un período privilegiado para los cristianos ya que nos invita a recordar el pasado, nos impulsa a vivir el presente y a preparar el futuro.
En el Evangelio de este Lunes de la Segunda Semana de Adviento leemos el Evangelio de San Lucas (Lc 5,17-26).
Jesús estaba enseñando y unos hombres traen a un hombre paralítico. Ante tanta multitud de gente, superan toda clase de obstáculo para ver a Jesús y le acercan, confiados en Él, al enfermo para que le cure. Y Jesús le concede el perdón, algo que escandaliza a los escribas y fariseos, porque el conceder el perdón de los pecados era un atributo solamente atribuido a Dios.
Abrámonos a la acción del Espíritu Santo, y repitamos con San Agustín: Respira en mi, Oh Espíritu Santo, para que mis pensamientos puedan ser todos santos. Actúa en mí, Oh Espíritu Santo, para que mi trabajo, también pueda ser santo... Guárdame, pues, Oh Espíritu Santo, para que yo siempre pueda ser santo. Amén.
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