INTRODUCCIÓN AL BLOG
Evangelio del día + breve explicación en un minuto.
La Iglesia antes de ser evangelizadora y caritativa es escuchadora de la Palabra.
¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen como María de Nazaret! Gracias por tu visita. Si te ha gustado añade me gusta. Compártelo en las redes.
La Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, que ilumina la vida de cada hombre y mujer creyentes. Bien sabemos que «el plan de la revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente ligadas…y la verdad profunda de Dios y de la salvación del hombre que transmite dicha revelación, resplandece en Cristo, mediador y plenitud de toda la revelación» (D.V. 2).
En
aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«En verdad, en verdad os digo: vosotros
lloraréis y os lamentaréis, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis
tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría.
La mujer, cuando va a dar a luz, siente
tristeza, porque ha llegado su hora; pero, en cuanto da a luz al niño, ni se
acuerda del apuro, por la alegría de que al mundo le ha nacido un hombre.
También vosotros ahora sentís tristeza; pero
volveré a veros, y se alegrará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestra
alegría. Ese día no me preguntaréis nada».
Celebramos el VI Viernes de Pascua. Y miramos en el Mes de Mayo, con especial interés y devoción, a la Virgen María.
En la lejanía de los tiempos, en medio del camino a menudo oscuro y dolorido de la humanidad, se oyó un anuncio: "De la estirpe de la mujer nacerá un hijo, y ese hijo será luz y vida para todo hombre".
María, la llena de gracia, es el primer signo de la llegada de esta luz y esta vida: el primer signo del amor de Dios que se derrama con toda su potencia salvadora. Ella es grande desde el servicio a los demás y al proyecto de Dios, ya que es perfecta discípula de Cristo.
En el Evangelio de este VI Viernes de Pascua, Jesús trata de consolar a los discípulos (Jn 16,20-23a).
Jesús habla de “llorar y lamentarse”, en contraste con el mundo que “se alegrará”. Pero todo desembocará en alegría incontenible, como en el caso de la madre cuando, tras los dolores de parto, da a luz al niño.
Por la intercesión de la Virgen María, supliquemos y confiemos al Dios de las promesas, que se ha revelado plenamente en Jesús, por nuestras familias y conocidos. Amén.
ESPECIAL: FIRMES Y SEGUROS EN JESUCRISTO.
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