INTRODUCCIÓN AL BLOG
Evangelio del día + breve explicación en un minuto.
La Iglesia antes de ser evangelizadora y caritativa es escuchadora de la Palabra.
¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen como María de Nazaret! Gracias por tu visita. Si te ha gustado añade me gusta. Compártelo en las redes.
La Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, que ilumina la vida de cada hombre y mujer creyentes. Bien sabemos que «el plan de la revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente ligadas…y la verdad profunda de Dios y de la salvación del hombre que transmite dicha revelación, resplandece en Cristo, mediador y plenitud de toda la revelación» (D.V. 2).
8Una vez que Jesús estaba orando solo, lo acompañaban sus
discípulos y les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?». 19Ellos contestaron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que
Elías, otros dicen que ha resucitado uno de los antiguos profetas». 20Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?».
Pedro respondió: «El Mesías de Dios». 21Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. 22Porque decía: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado
por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al
tercer día».
Celebramos el Viernes de la Vigésimo Quinta Semana del Tiempo Ordinario, y hoy la Iglesia mira a uno de los grandes: San Vicente de Paul.
Jesús de Nazaret invitaba a sus discípulos a coger la cruz de cada día y seguirle: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame” (Mt 16,24).
En el Evangelio de este Viernes de la XXV Semana del Tiempo Ordinario leemos el Evangelio de San Lucas (Lc 9,18-22).
Jesús les pregunta a sus discípulos dos preguntas: ¿Quién dice la gente que soy yo? y quién decís vosotros que soy yo?. Pedro, en nombre de todos ellos, proclama que Jesús es el Cristo de Dios. Y Jesús les mandó enérgicamente que no dijeran esto a nadie hasta el momento de la muerte y resurrección que manifestarán su verdadero sentido y significado.
Pidamos a Dios para que la Iglesia seamos señal de amor de Cristo en todos los lugares de la tierra.
Pidamos para que todas las naciones caminen por la senda de la paz, la justicia, la solidaridad, la fraternidad.
Pidamos por los pobres, los enfermos, los que tienen hambre, los
perseguidos, para que puedan experimentar la recompensa de Dios.
Amén.
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