Evangelio del día + breve explicación en un minuto.
La Iglesia antes de ser evangelizadora y caritativa es escuchadora de la Palabra.
¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen como María de Nazaret! Gracias por tu visita. Si te ha gustado añade me gusta. Compártelo en las redes.
La Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, que ilumina la vida de cada hombre y mujer creyentes. Bien sabemos que «el plan de la revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente ligadas…y la verdad profunda de Dios y de la salvación del hombre que transmite dicha revelación, resplandece en Cristo, mediador y plenitud de toda la revelación» (D.V. 2).
En aquel tiempo, exclamó Jesús: «Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y
tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has
revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo
ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce
al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí
todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo
y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro
descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.»
Hoy la Iglesia celebra la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús.
La Iglesia, que brota del Sagrado Corazón y del Costado de Cristo, la formamos todos los que, convocados por Jesús, participamos de su Espíritu, aceptamos la fe en Él, estamos animados de la misma esperanza en su persona y vivimos el amor como vínculo de unidad y distintivo de nuestro ser creyentes.
En el Evangelio de esta Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús leemos el Evangelio de San Mateo (Mt 11,25-30).
Jesús da gracias al Padre porque ha revelado el Misterio de Salvación a los sencillos y humildes de corazón, subrayando la íntima relación entre ambos.
Vivamos con alegría esta celebración en el día del Sagrado Corazón de Jesús, sintiéndonos miembros de una misma Comunidad de fe.
Pidamos a Dios que nos conceda tener las mismas entrañas de Jesucristo y tener una mirada compasiva y misericordiosa con los demás.
Pidamos los mismos sentimientos de Jesucristo. Amén.
ESPECIAL: FIRMES Y SEGUROS EN JESUCRISTO.
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