Evangelio del día + breve explicación en un minuto.
La Iglesia antes de ser evangelizadora y caritativa es escuchadora de la Palabra.
¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen como María de Nazaret! Gracias por tu visita. Si te ha gustado añade me gusta. Compártelo en las redes.
La Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, que ilumina la vida de cada hombre y mujer creyentes. Bien sabemos que «el plan de la revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente ligadas…y la verdad profunda de Dios y de la salvación del hombre que transmite dicha revelación, resplandece en Cristo, mediador y plenitud de toda la revelación» (D.V. 2).
Aquel mismo día, el primero de la semana, dos de los discípulos de Jesús
iban caminando a una aldea llamada Emaús, distante de Jerusalén unos setenta
estadios; iban conversando entre ellos de todo lo que había sucedido. Mientras
conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con
ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo.
Él les dijo:
«¿Qué conversación es esa que traéis mientras
vais de camino?».
Ellos se detuvieron con aire entristecido. Y uno
de ellos, que se llamaba Cleofás, le respondió:
«¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no
sabe lo que ha pasado estos días?».
Él les dijo:
«¿Qué».
Ellos le contestaron:
«Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta
poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo
entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a
muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él iba a liberar a Israel,
pero, con todo esto, ya estamos en el tercer día desde que esto sucedió. Es
verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado, pues habiendo
ido muy de mañana la sepulcro, y no habiendo encontrado su cuerpo, vinieron
diciendo que incluso habían visto una aparición de ángeles, que dicen que está
vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como
habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron».
Entonces él les dijo:
«¡Qué necios y torpes sois para creer lo que
dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto y entrara
así en su gloria».
Y, comenzado por Moisés y siguiendo por todos
los profetas, les explicó lo que se refería a él en todas las Escrituras.
Llegaron cerca de la aldea adonde iban y él
simuló que iba a seguir caminando; pero ellos lo apremiaron, diciendo:
«Quédate con nosotros, porque atardece y el día
va de caída».
Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la
mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba
dando. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció
de su vista.
Y se dijeron el uno al otro:
«¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba
por el camino y nos explicaba las Escrituras?».
Y, levantándose en aquel momento, se volvieron a
Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que
estaban diciendo:
«Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha
aparecido a Simón».
Y ellos contaron lo que les había pasado por el
camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
Celebramos el Miércoles de la Octava de Pascua.
La Resurrección de Jesús se impone como gracia para descubrir que el Nazareno es el reflejo del auténtico rostro de Dios en medio de esta historia cargada de sombra-luz, de bien-mal, de gracia-pecado, de ley-misericordia...
En el Evangelio de hoy en este Miércoles de la Octava de Pascua Jesús resucitado se manifiesta como peregrino en el camino a los discípulos que, desanimados y desesperanzados, van para Emaús.
Tras una emocionante conversación, que les explica el sentido final de las Escrituras, al final le reconocen al partir el pan. Un nuevo horizonte se abre. Con el corazón ardiendo corren a anunciar la noticia a sus hermanos (Lc 24,13-35).
Señor Jesús, Ayúdanos a descubrirte en el camino de la vida, en la lectura de tu Palabra y en la celebración de la Eucaristía, donde te ofreces a nosotros como alimento cotidiano.
Que siempre nos lleve a Ti, Señor, un deseo ardiente de encontrarte también en los hermanos. Amén.
ESPECIAL: FIRMES Y SEGUROS EN JESUCRISTO.
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