INTRODUCCIÓN AL BLOG
Evangelio del día + breve explicación en un minuto.
La Iglesia antes de ser evangelizadora y caritativa es escuchadora de la Palabra.
¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen como María de Nazaret! Gracias por tu visita. Si te ha gustado añade me gusta. Compártelo en las redes.
La Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, que ilumina la vida de cada hombre y mujer creyentes. Bien sabemos que «el plan de la revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente ligadas…y la verdad profunda de Dios y de la salvación del hombre que transmite dicha revelación, resplandece en Cristo, mediador y plenitud de toda la revelación» (D.V. 2).
28¿Qué
os parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo: “Hijo, ve
hoy a trabajar en la viña”. 29Él
le contestó: “No quiero”. Pero después se arrepintió y fue. 30Se
acercó al segundo y le dijo lo mismo. Él le contestó: “Voy, señor”. Pero no
fue. 31¿Quién de los dos
cumplió la voluntad de su padre?». Contestaron: «El primero». Jesús les dijo:
«En verdad os digo que los publicanos y las prostitutas van por delante de
vosotros en el reino de Dios. 32Porque
vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia y no le creísteis; en
cambio, los publicanos y prostitutas le creyeron. Y, aun después de ver esto,
vosotros no os arrepentisteis ni le creísteis».
Celebramos el Martes de la Tercera Semana de Adviento.
El Adviento es un tiempo especial de gracia y de una invitación a reconocer las “Venidas del Señor”.
El Adviento es un tiempo para “recordar, un tiempo para celebrar y un tiempo para esperar.
Hoy la Iglesia celebra la memoria de Santa Lucía, patrona de los ciegos y abogada de problemas de la vista.
En el Evangelio de este Martes de la Tercera Semana de Adviento leemos el Evangelio de San Mateo (Mt 21,28-32). Los enemigos de Jesús alardean de sumisión a la voluntad de Dios, pero Jesús les recuerda que son puras palabras.
Lo importante es cumplir la voluntad de Dios, y dar frutos de conversión, que comienza por reconocerse pecador ante el Padre. Y les recuerda que los publicanos y las prostitutas les llevan la delantera en el camino del reino, porque escucharon y se convirtieron.
Ayúdanos a decir No a vivir centrados en nosotros mismos, No a la envidia y a la dureza del corazón frente al sufrimiento del prójimo.
Danos, Dios mío, el fruto de tu Espíritu que es amor, paz, alegría. Haz que venga sobre nosotros el Espíritu de las bienaventuranzas.
Danos el don de la conversión. Amén.
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