INTRODUCCIÓN AL BLOG
Evangelio del día + breve explicación en un minuto.
La Iglesia antes de ser evangelizadora y caritativa es escuchadora de la Palabra.
¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen como María de Nazaret! Gracias por tu visita. Si te ha gustado añade me gusta. Compártelo en las redes.
La Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, que ilumina la vida de cada hombre y mujer creyentes. Bien sabemos que «el plan de la revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente ligadas…y la verdad profunda de Dios y de la salvación del hombre que transmite dicha revelación, resplandece en Cristo, mediador y plenitud de toda la revelación» (D.V. 2).
En
aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No todo el que me dice “Señor, Señor” entrará
en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en
los cielos.
El que escucha estas palabras mías y las pone en
práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó
la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra
la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca.
El que escucha estas palabras mías y no las pone
en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena.
Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y rompieron
contra la casa, y se derrumbó. Y su ruina fue grande».
Celebramos el Jueves de la Primera Semana de Adviento.
La vida cristiana en su esencia misma es un encuentro liberador y existencial con el Dios vivo, manifestado plenamente en Cristo, y reconocido por el Espíritu Santo. Y el Adviento es un tiempo privilegiado de gracia para ir avanzando en el ideal de vida.
En el Evangelio del Jueves de la Primera Semana de Adviento leemos el Evangelio de San Mateo (Mt 7,21.24-27).
Jesús, en el Evangelio, nos advierte que no basta decir “Señor, Señor, para entrar en el Reino de los cielos”, sino “el que haga la voluntad de mi Padre celestial”.
La voluntad del Padre celestial pasa por hacer posible el dinamismo del amor… En el fondo, la voluntad del Padre pasa por amar a Dios con todas nuestras fuerzas y al prójimo como a nosotros mismos.
¡Cómo resuena en este momento, en esta sintonía evangélica, las palabras de San Juan de la Cruz: “Al final de los días nos examinarán del amor”!
¡Ven, Señor Jesús, y destruye nuestros miedos para que podamos entregarnos a Ti sin resistencias, y que podamos decir al Padre!
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