Evangelio del día + breve explicación en un minuto.
La Iglesia antes de ser evangelizadora y caritativa es escuchadora de la Palabra.
¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen como María de Nazaret! Gracias por tu visita. Si te ha gustado añade me gusta. Compártelo en las redes.
La Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, que ilumina la vida de cada hombre y mujer creyentes. Bien sabemos que «el plan de la revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente ligadas…y la verdad profunda de Dios y de la salvación del hombre que transmite dicha revelación, resplandece en Cristo, mediador y plenitud de toda la revelación» (D.V. 2).
18Vosotros, pues, oíd lo que significa la parábola del
sembrador: 19si uno escucha la palabra del reino sin entenderla, viene el
Maligno y roba lo sembrado en su corazón. Esto significa lo sembrado al borde
del camino. 20Lo sembrado en terreno pedregoso significa el que escucha la
palabra y la acepta enseguida con alegría; 21pero no
tiene raíces, es inconstante, y en cuanto viene una dificultad o persecución
por la palabra, enseguida sucumbe. 22Lo sembrado entre abrojos significa el que escucha la
palabra; pero los afanes de la vida y la seducción de las riquezas ahogan la
palabra y se queda estéril. 23Lo sembrado en tierra buena significa el que escucha la
palabra y la entiende; ese da fruto y produce ciento o sesenta o treinta por
uno».
Celebramos el Viernes de la Décimo Sexta Semana del Tiempo Ordinario.
La salvación es un regalo de Dios que no se consigue por méritos propios.
La salvación nos la ha merecido Jesús de Nazaret, muerto y resucitado.
Su vida, muerte y resurrección nos revela cuánto nos ama Dios.
En el Evangelio de este Viernes XVI del Tiempo Ordinario leemos el Evangelio de San Mateo (Mt 13,18-23).
Jesús explica a sus discípulos la parábola del sembrador.
Se describen cuatro actitudes frente a la palabra del Reino de Dios: quien recibe la semilla sin comprenderla, sin interesarse por ella; el que recibe la semilla con alegría en el momento, pero luego sucumbe a la primera y fácilmente; quien se deja seducir por el propio interés y no para producir frutos a favor del Reino, y quien escucha, comprende, acoge y produce según sus propias capacidades.
Supliquemos a Dios que lo podamos amar con todo el corazón y al prójimo como a nosotros mismos, y tengamos la actitud del que escucha la Palabra y la cumple.
Supliquemos a Dios que no cerremos el corazón a su Palabra y a su Buena Noticia.
ESPECIAL: FIRMES Y SEGUROS EN JESUCRISTO.
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