Evangelio del día + breve explicación en un minuto.
La Iglesia antes de ser evangelizadora y caritativa es escuchadora de la Palabra.
¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen como María de Nazaret! Gracias por tu visita. Si te ha gustado añade me gusta. Compártelo en las redes.
13Entonces le dijo uno
de la gente: «Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la
herencia». 14Él
le dijo: «Hombre, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre
vosotros?». 15Y
les dijo: «Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande
sobrado, su vida no depende de sus bienes». 16Y les propuso una
parábola: «Las tierras de un hombre rico produjeron una gran cosecha. 17Y empezó a echar cálculos,
diciéndose: “¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha”. 18Y se dijo: “Haré lo
siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré
allí todo el trigo y mis bienes. 19Y entonces me diré a mí mismo: alma mía, tienes bienes
almacenados para muchos años; descansa, come, bebe, banquetea
alegremente”. 20Pero Dios le dijo: “Necio, esta noche te van a reclamar el
alma, y ¿de quién será lo que has preparado?”. 21Así es el que atesora para sí y no es rico ante Dios».
Celebramos el Domingo de la Décimo Octava Semana del Tiempo Ordinario y la Iglesia celebra la memoria de San Ignacio de Loyola.
San Ignacio nació en Loyola, Guipúzcua, en el año 1491 y murió en Roma en el año 1556.
Aquejado de graves problemas de salud, San Ignacio de Loyola alcanzó a ver, sin embargo, en sus últimos años de vida, la expansión de la Compañía por Europa y América. Fue canonizado en 1622 por Clemente XV.
En el Evangelio de este Domingo de la XVIII Semana del Tiempo Ordinario leemos el Evangelio de San Lucas (Lc 12,13-21).
Jesús advierte a los que le escuchan que pongan el centro de sus motivaciones y de su vida en Dios, y que se guarden de toda codicia, porque, aun en la abundancia, la vida de cada uno no está asegurada por sus bienes.
Como enseñanza de la parábola recuerda que debemos ser ricos ante Dios y no amasar riquezas para sí.
Enséñanos a reunirnos con los hermanos. Enséñanos a extender tu reino. Enséñanos a no vivir cruzados de brazos. Enséñanos a rastrear tu presencia. Enséñanos a escuchar a tu Espíritu. Enséñanos de decidirnos por el bien y renunciar al mal. Amén.
LA IMPORTANCIA DE LA PALABRA DE DIOS.
La Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, que ilumina la vida de cada hombre y mujer creyentes. Bien sabemos que «el plan de la revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente ligadas…y la verdad profunda de Dios y de la salvación del hombre que transmite dicha revelación, resplandece en Cristo, mediador y plenitud de toda la revelación» (D.V. 2).
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