Evangelio del día + breve explicación en un minuto.
La Iglesia antes de ser evangelizadora y caritativa es escuchadora de la Palabra.
¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen como María de Nazaret! Gracias por tu visita. Si te ha gustado añade me gusta. Compártelo en las redes.
13Entonces le dijo uno
de la gente: «Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la
herencia». 14Él
le dijo: «Hombre, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre
vosotros?». 15Y
les dijo: «Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande
sobrado, su vida no depende de sus bienes». 16Y les propuso una
parábola: «Las tierras de un hombre rico produjeron una gran cosecha. 17Y empezó a echar cálculos,
diciéndose: “¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha”. 18Y se dijo: “Haré lo
siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré
allí todo el trigo y mis bienes. 19Y entonces me diré a mí mismo: alma mía, tienes bienes
almacenados para muchos años; descansa, come, bebe, banquetea
alegremente”. 20Pero Dios le dijo: “Necio, esta noche te van a reclamar el
alma, y ¿de quién será lo que has preparado?”. 21Así es el que atesora para sí y no es rico ante Dios».
Celebramos el Domingo de la Décimo Séptima Semana del Tiempo Ordinario.
El verdadero enemigo de la fe no es la duda sino la indiferencia. Transmitir el legado de la fe a quien no tiene curiosidad por aprender es como sembrar en un campo sin arado. Y la fe necesita razones para vivir, para esperar, para confiar y para relacionarse con el entorno.
En el Evangelio de este Domingo XVII del Tiempo Ordinario leemos el Evangelio de San Lucas (Lc 11,1-13).
Los discípulos de Jesús le piden al Maestro que les enseñe a orar, y Jesús les enseña el Padre Nuestro, recordándoles que la oración debe orientarse hacia el Reino de Dios y debe hacerse con insistencia y constancia, sin desfallecer.
Pidamos a Dios que nos de la capacidad de ser fragancia y presencia en nuestros ambientes, haciendo soportables nuestros pasos: “Dios mío, ojalá rasgases el mal de la tierra y te abras enteramente con tu claridad dejando a la intemperie la invasión cobarde, que distribuye y aumenta los arpegios de la paz. Amén.
LA IMPORTANCIA DE LA PALABRA DE DIOS.
La Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, que ilumina la vida de cada hombre y mujer creyentes. Bien sabemos que «el plan de la revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente ligadas…y la verdad profunda de Dios y de la salvación del hombre que transmite dicha revelación, resplandece en Cristo, mediador y plenitud de toda la revelación» (D.V. 2).

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