INTRODUCCIÓN AL BLOG
Evangelio del día + breve explicación en un minuto.
La Iglesia antes de ser evangelizadora y caritativa es escuchadora de la Palabra.
¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen como María de Nazaret! Gracias por tu visita. Si te ha gustado añade me gusta. Compártelo en las redes.
La Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, que ilumina la vida de cada hombre y mujer creyentes. Bien sabemos que «el plan de la revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente ligadas…y la verdad profunda de Dios y de la salvación del hombre que transmite dicha revelación, resplandece en Cristo, mediador y plenitud de toda la revelación» (D.V. 2).
Después que se saciaron los cinco mil hombres,
Jesús en seguida apremió a los discípulos a que subieran a la barca y se le
adelantaran hacia la orilla de Betsaida, mientras él despedía a la gente. Y
después de despedirse de ellos, se retiró al monte a orar. Llegada la noche, la
barca estaba en mitad del lago, y Jesús, solo, en tierra. Viendo el trabajo con
que remaban, porque tenían viento contrario, a eso de la madrugada, va hacia
ellos andando sobre el lago, e hizo ademán de pasar de largo. Ellos, viéndolo
andar sobre el lago, pensaron que era un fantasma y dieron un grito, porque al
verlo se habían sobresaltado.
Pero él les dirige en seguida la palabra y les
dice: «Ánimo, soy yo, no tengáis miedo.»
Entró en la barca con ellos, y amainó el viento.
Ellos estaban en el colmo del estupor, pues no habían comprendido lo de los
panes, porque eran torpes para entender.
Celebramos el Sábado después de la Epifanía.
El mundo necesita grandes dosis de alegría para encontrar su verdadera identidad, que no es otro que el amor, el amor místico purificado y creador permanente. Santa Teresa de Jesús decía que “un triste santo es un santo triste”.
En este sábado después de la Epifanía del Señor leemos el Evangelio de San Marcos (Mc 6,45-52).
Después de la multiplicación de los panes y de los peces, Jesús subió a la barca con sus discípulos. Y allí Jesús se presenta como el que domina las aguas, clara alusión al triunfo de Dios sobre las fuerzas del mal, y camina sobre las aguas. Ante el asombro y el temblor de los discípulos, Jesús les anima: "¡Ánimo, que soy yo, no temáis".
Jesús se revela a la comunidad de sus discípulos en medio de las dificultades y los confirma en la fe, liberándolos del temor y de la duda.
Jesús se manifiesta como el Señor que controla el peligro, "amainó el viento", y es el salvador en medio de las pruebas.
Pedimos a Dios que nos conceda el don de ser presencia suya en nuestros ambientes y transmitamos con nuestras obras el verdadero amor que tiene a cada persona. Amén.
LIBROS DE FRANCISCO BAENA CALVO EN BUBOK
CANAL DE FRANCISCO BAENA CALVO EN YOUTUBE