Evangelio del día + breve explicación en un minuto.
La Iglesia antes de ser evangelizadora y caritativa es escuchadora de la Palabra.
¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen como María de Nazaret! Gracias por tu visita. Si te ha gustado añade me gusta. Compártelo en las redes.
141Un sábado, entró él en casa de uno de los principales
fariseos para comer y ellos lo estaban espiando. 2Había allí, delante de él, un hombre
enfermo de hidropesía, 3y tomando la palabra, dijo a los maestros de la ley y a los
fariseos: «¿Es lícito curar los sábados, o no?». 4Ellos se quedaron callados. Jesús,
tocando al enfermo, lo curó y lo despidió. 5Y a ellos les dijo: «¿A quién de
vosotros se le cae al pozo el asno o el buey y no lo saca enseguida en día de
sábado?». 6Y no pudieron replicar a esto. 7Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les
decía una parábola: 8«Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto
principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; 9y venga el que os convidó a ti y al
otro, y te diga: “Cédele el puesto a este”. Entonces, avergonzado, irás a
ocupar el último puesto. 10Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último
puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga: “Amigo, sube más
arriba”. Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales. 11Porque todo el que se enaltece será
humillado; y el que se humilla será enaltecido». 12Y dijo al que lo había invitado: «Cuando des una comida o una
cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los
vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado. 13Cuando des un banquete, invita a pobres,
lisiados, cojos y ciegos; 14y serás bienaventurado, porque no pueden pagarte; te pagarán
en la resurrección de los justos».
Hoy la Iglesia celebra el Domingo XXII del Tiempo Ordinario, y celebra la memoria de uno de los más grandes santos de toda su historia y gran converso del siglo IV: San Agustín.
Resuena en nuestro corazón estas palabras alentadoras de Jesucristo: “Acercaos a mí los que estáis rendidos y abrumados, que yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy sencillo y humilde” (Mt 11,28-29).
En el Evangelio del Domingo XXII del Tiempo Ordinario leemos el evangelio de San Lucas (Lc 14,1.7-14).
Jesús entró en casa de uno de los principales fariseos para comer, y notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso una parábola, invitándoles a buscar el último puesto, evocando la enseñanza del mismo Jesús: “El que quiera ser el primero que se el último de todos”.
Con Anamaría Rabetté nos dirigimos a Dios: “Señor, aumenta mi fe. Aumenta mi fe para aumentar mi confianza. Aumenta mi confianza y aumentará mi abandono. Aumenta mi abandono y aumentará mi Amor… Señor aumenta mi fe. Amén.
LA IMPORTANCIA DE LA PALABRA DE DIOS.
La Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, que ilumina la vida de cada hombre y mujer creyentes. Bien sabemos que «el plan de la revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente ligadas…y la verdad profunda de Dios y de la salvación del hombre que transmite dicha revelación, resplandece en Cristo, mediador y plenitud de toda la revelación» (D.V. 2).
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