Evangelio del día + breve explicación en un minuto.
La Iglesia antes de ser evangelizadora y caritativa es escuchadora de la Palabra.
¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen como María de Nazaret! Gracias por tu visita. Si te ha gustado añade me gusta. Compártelo en las redes.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No atesoréis tesoros en
la tierra, donde la polilla y la carcoma los roen, donde los ladrones abren
boquetes y los roban. Atesorad tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni
carcoma que se los coman ni ladrones que abran boquetes y roben. Porque donde
está tu tesoro allí está tu corazón. La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo
está sano, tu cuerpo entero tendrá luz; si tu ojo está enfermo, tu cuerpo
entero estará a oscuras. Y si la única luz que tienes está oscura, ¡cuánta será
la oscuridad!»
Celebramos el Viernes de la Undécima Semana del Tiempo Ordinario.
La vida cristiana, en el fondo, crecerá en su esencia si amamos, vivimos e imitamos a Jesús, anunciado y testimoniado en la Iglesia, proclamado y continuado en la historia y la realidad del mundo.
En el Evangelio de este Viernes de la Undécima Semana del Tiempo Ordinario leemos el Evangelio de San Mateo. Jesús recomienda a sus discípulos a tener una actitud de desapego o renuncia afectiva y efectiva a los bienes materiales, pues la auténtica riqueza está en Dios mismo ( Mt 6,19-23).
Cierto es que la persona se define por los valores que estima y por las seguridades que busca: “Donde está tu tesoro allí está tu corazón”.
Lo opuesto a la acumulación de riquezas es compartir lo que se tiene, mientras que el apego a los bienes hace de nosotros personas egoístas y encerradas en si mismas.
Supliquemos la ayuda necesaria para anunciar el Evangelio: “Señor, recibe nuestros miedos y transfórmalos en confianza. Recibe, Señor, nuestro apegos a los bienes de la tierra y transfórmalo en generosidad y entrega. Amén.
LA IMPORTANCIA DE LA PALABRA DE DIOS.
La Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, que ilumina la vida de cada hombre y mujer creyentes. Bien sabemos que «el plan de la revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente ligadas…y la verdad profunda de Dios y de la salvación del hombre que transmite dicha revelación, resplandece en Cristo, mediador y plenitud de toda la revelación» (D.V. 2).
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