Evangelio del día + breve explicación en un minuto.
La Iglesia antes de ser evangelizadora y caritativa es escuchadora de la Palabra.
¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen como María de Nazaret! Gracias por tu visita. Si te ha gustado añade me gusta. Compártelo en las redes.
La Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, que ilumina la vida de cada hombre y mujer creyentes. Bien sabemos que «el plan de la revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente ligadas…y la verdad profunda de Dios y de la salvación del hombre que transmite dicha revelación, resplandece en Cristo, mediador y plenitud de toda la revelación» (D.V. 2).
7Llamó a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles
autoridad sobre los espíritus inmundos. 8Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más,
pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; 9que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto. 10Y decía: «Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os
vayáis de aquel sitio. 11Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos
sacudíos el polvo de los pies, en testimonio contra ellos». 12Ellos salieron a predicar la conversión, 13echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos
y los curaban.
Celebramos el Jueves de la Cuarta Semana del Tiempo Ordinario.
No olvides que en Jesucristo, lo humano ha sido llevado a su plenitud y lo divino se ha hecho más humano. San Ireneo decía: “La gloria de Dios es que el hombre viva”. Dos caminos comunicados e inseparables: Ir a Dios por el hombre e ir al hombre por Dios.
En el Evangelio de este Jueves de la Cuarta Semana del Tiempo Ordinario leemos el Evangelio según San Marcos (Mc 6,7-13).
Jesús envía a sus apóstoles de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Y les indica que deben ser desprendidos y generosos, y no pongan su confianza en sus bienes materiales sino en Dios, que envía a la misión.
Ellos fueron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaba. En definitiva, la fuerza de la acción está en el poder de Jesús, que es quien actúa por medio de ellos.
Señor nuestro: danos entrañas de misericordia ante el hermano que sufre a nuestro lado. Amén.
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