INTRODUCCIÓN AL BLOG
Evangelio del día + breve explicación en un minuto.
La Iglesia antes de ser evangelizadora y caritativa es escuchadora de la Palabra.
¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen como María de Nazaret! Gracias por tu visita. Si te ha gustado añade me gusta. Compártelo en las redes.
La Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, que ilumina la vida de cada hombre y mujer creyentes. Bien sabemos que «el plan de la revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente ligadas…y la verdad profunda de Dios y de la salvación del hombre que transmite dicha revelación, resplandece en Cristo, mediador y plenitud de toda la revelación» (D.V. 2).
41Al acercarse y ver la ciudad, lloró sobre ella, 42mientras
decía: «¡Si reconocieras tú también en este día lo que conduce a la paz! Pero
ahora está escondido a tus ojos. 43Pues vendrán días sobre ti en que tus enemigos te rodearán de
trincheras, te sitiarán, apretarán el cerco de todos lados, 44te
arrasarán con tus hijos dentro, y no dejarán piedra sobre piedra. Porque no
reconociste el tiempo de tu visita»
Celebramos el Jueves de la Trigésima Tercera Semana del Tiempo Ordinario .
Todas las fuentes cristianas sin distinción afirman la resurrección de Jesús. Es más, la resurrección de Jesús es la afirmación cardinal de la fe cristiana. En 1 Cor 15,3-5 se afirma que “si Cristo no ha resucitado, entonces nuestra predicación no tiene contenido ni vuestra fe tampoco”.
En el Evangelio de este Jueves de la Trigésima Tercera Semana del Tiempo Ordinario leemos el Evangelio de San Lucas (Lc 19,41-44).
Los discípulos proclaman a Jesús, en su entrada en Jerusalén, el Mesías prometido. Y frente a ese entusiasmo de sus seguidores, Jesús llora por la ciudad de Jerusalén y pronuncia unas palabras que hacen vislumbrar un futuro muy sombrío para la ciudad de donde se extenderá la salvación para todas las naciones.
Jesús recordará que la catástrofe no se deberá a la fatalidad, sino al rechazo de la oportunidad ofrecida: "¡Si al menos tú comprendieras en este día lo que conduce a la paz! Pero no: está escondido a tus ojos!
Pidamos a Dios que nos conceda la gracia de reconocerlo en todo lo que nos rodea y en las personas que se acerquen a nosotros. Amén.
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