Evangelio del día + breve explicación en un minuto.
La Iglesia antes de ser evangelizadora y caritativa es escuchadora de la Palabra.
¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen como María de Nazaret! Gracias por tu visita. Si te ha gustado añade me gusta. Compártelo en las redes.
La Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, que ilumina la vida de cada hombre y mujer creyentes. Bien sabemos que «el plan de la revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente ligadas…y la verdad profunda de Dios y de la salvación del hombre que transmite dicha revelación, resplandece en Cristo, mediador y plenitud de toda la revelación» (D.V. 2).
11Una
vez, yendo camino de Jerusalén, pasaba entre Samaría y Galilea. 12Cuando iba a entrar en una ciudad,
vinieron a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a lo lejos 13y a gritos le decían: «Jesús, maestro,
ten compasión de nosotros». 14Al
verlos, les dijo: «Id a presentaros a los sacerdotes». Y sucedió que, mientras
iban de camino, quedaron limpios. 15Uno
de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes
gritos 16y
se postró a los pies de Jesús, rostro en tierra, dándole gracias. Este era un
samaritano. 17Jesús,
tomó la palabra y dijo: «¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve,
¿dónde están? 18¿No
ha habido quien volviera a dar gloria a Dios más que este extranjero?». 19Y le dijo: «Levántate, vete; tu fe te ha
salvado».
Celebramos el Miércoles de la Trigésima segunda Semana del Tiempo Ordinario.
Cada día amanece para que vida se convierta en una oportunidad para llegar a la perfección, a la madurez humana y al conocimiento pleno de la realidad.
En el Evangelio de este Miércoles de la Trigésima Segunda Semana del Tiempo Ordinario leemos el Evangelio de San Lucas (Lc 17,11-19).
Jesús va camino de Jerusalén, y pasando entre Samaria y Galilea, vienen a su encuentro diez leprosos.
Ellos les piden que tenga compasión a gritos, y Jesús les manda ir a presentarse a los sacerdotes.
En el camino quedan todos curados, pero sólo uno vuelve para alabar a Dios y darle gracias a Jesús. Y éste era un samaritano.
Jesús reconocerá que sólo el samaritano, este extranjero, ha alcanzado el fin último del milagro: entrar en una nueva relación con Dios.
Pidamos a Dios que nos conceda tener entrañas de misericordia ante el sufrimiento del prójimo y vivir en una actitud de agradecimiento permanente. Amén.
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