Evangelio del día + breve explicación en un minuto.
La Iglesia antes de ser evangelizadora y caritativa es escuchadora de la Palabra.
¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen como María de Nazaret! Gracias por tu visita. Si te ha gustado añade me gusta. Compártelo en las redes.
La Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, que ilumina la vida de cada hombre y mujer creyentes. Bien sabemos que «el plan de la revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente ligadas…y la verdad profunda de Dios y de la salvación del hombre que transmite dicha revelación, resplandece en Cristo, mediador y plenitud de toda la revelación» (D.V. 2).
20Los
fariseos le preguntaron: «¿Cuándo va a llegar el reino de Dios?». Él les
contestó: «El reino de Dios no viene aparatosamente, 21ni dirán: “Está aquí” o “Está allí”,
porque, mirad, el reino de Dios está en medio de vosotros». 22Dijo a sus discípulos: «Vendrán días en
que desearéis ver un solo día del Hijo del hombre, y no lo veréis. 23Entonces se os dirá: “Está aquí” o “Está
allí”; no vayáis ni corráis detrás, 24pues
como el fulgor del relámpago brilla de un extremo al otro del cielo, así será
el Hijo del hombre en su día. 25Pero
primero es necesario que padezca mucho y sea reprobado por esta
generación.
Celebramos el Jueves de la Trigésima segunda Semana del Tiempo Ordinario.
La vida cristiana está llamada permanentemente a crecer y a perfeccionarse. Por esta razón, la actitud propia y específica es vivir en conversión.
En el Evangelio de este Jueves de la Trigésima Segunda Semana del Tiempo Ordinario leemos el Evangelio de San Lucas (Lc 17,20-25).
Los fariseos esperaban que el Reino de Dios se manifestará ostensiblemente. Sin embargo, Jesús les señala que el Reino de Dios ya está presente "dentro de nosotros"·
También los Apóstoles esperaban con impaciencia el Día del Hijo del Hombre, la manifestación gloriosa del Mesías, tal como lo anunciaba el profeta Daniel.
Jesús les señala que no es cuestión de lugares, sino de vivir con el Hijo del Hombre, con Jesús mismo, a quien aguarda un destino cruel con padecimientos, tras el cual aparecerá inesperadamente el Reino como un fulgor que llenará todo el horizonte.
Supliquemos a Dios que nos conceda el crecimiento de la fe y el convencimiento profundo que nos acompaña siempre y se compadece de cada uno de nosotros. Amén.
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