Evangelio del día + breve explicación en un minuto.
La Iglesia antes de ser evangelizadora y caritativa es escuchadora de la Palabra.
¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen como María de Nazaret! Gracias por tu visita. Si te ha gustado añade me gusta. Compártelo en las redes.
La Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, que ilumina la vida de cada hombre y mujer creyentes. Bien sabemos que «el plan de la revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente ligadas…y la verdad profunda de Dios y de la salvación del hombre que transmite dicha revelación, resplandece en Cristo, mediador y plenitud de toda la revelación» (D.V. 2).
15Uno de los comensales dijo a Jesús: «¡Bienaventurado el que
coma en el reino de Dios!». 16Jesús le contestó: «Un hombre daba un gran banquete y convidó
a mucha gente; 17a la hora del banquete mandó a su criado a avisar a los
convidados: “Venid, que ya está preparado”. 18Pero todos
a una empezaron a excusarse. El primero le dijo: “He comprado un campo y
necesito ir a verlo. Dispénsame, por favor”. 19Otro dijo:
“He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas. Dispénsame, por
favor”. 20Otro dijo: “Me acabo de casar y, por ello, no puedo
ir”. 21El criado
volvió a contárselo a su señor. Entonces el dueño de casa, indignado, dijo a su
criado: “Sal aprisa a las plazas y calles de la ciudad y tráete aquí a los
pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los cojos”. 22El criado
dijo: “Señor, se ha hecho lo que mandaste, y todavía queda sitio”. 23Entonces el
señor dijo al criado: “Sal por los caminos y senderos, e insísteles hasta que
entren y se llene mi casa. 24Y os digo que ninguno de aquellos convidados probará mi
banquete”».
Celebramos el Martes de la Trigésima Primera Semana del Tiempo Ordinario .
La Resurrección de Jesús es el punto central de nuestra vida cristiana y la razón misma de lo que la Iglesia cree, espera, celebra y vive.
En el Evangelio de este Martes de la Trigésima Semana del Tiempo Ordinario leemos el Evangelio de San Lucas (Lc 14,15-24).
Jesús, en casa de uno de los principales fariseos que le había invitado para comer, responde a un comensal que le había dicho: “¡Dichoso el que come en el banquete del Reino de Dios!”.
Lo hace con una parábola: ante la negativa de los invitados, el dueño se indigna por el rechazo, pero en vez de cerrar las puertas, las abre de par en par; y son los excluidos por la buena sociedad quiénes van a gozar del gran festín. Incluso los que están fuera, clara alusión a los paganos, son llamados a entrar en la sala. A quiénes se creían con derecho y dignos, se les dejará fuera; a quiénes no se consideran dignos, se les invitará a disfrutar de la dicha del Reino.
Pidamos a Dios que nos ayude a seguir y a amar a Jesucristo, y a reconocerlo en nuestros ambientes y en los que nos rodean. Amén.
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