Evangelio del día + breve explicación en un minuto.
La Iglesia antes de ser evangelizadora y caritativa es escuchadora de la Palabra.
¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen como María de Nazaret! Gracias por tu visita. Si te ha gustado añade me gusta. Compártelo en las redes.
La Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, que ilumina la vida de cada hombre y mujer creyentes. Bien sabemos que «el plan de la revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente ligadas…y la verdad profunda de Dios y de la salvación del hombre que transmite dicha revelación, resplandece en Cristo, mediador y plenitud de toda la revelación» (D.V. 2).
121Mientras
tanto, miles y miles de personas se agolpaban hasta pisarse unos a otros. Jesús
empezó a hablar, dirigiéndose primero a sus discípulos: «Cuidado con la
levadura de los fariseos, que es la hipocresía, 2pues
nada hay cubierto que no llegue a descubrirse, ni nada escondido que no llegue
a saberse. 3Por
eso, lo que digáis en la oscuridad será oído a plena luz, y lo que digáis al
oído en las recámaras se pregonará desde la azotea. 4A
vosotros os digo, amigos míos: no tengáis miedo a los que matan el cuerpo, y
después de esto no pueden hacer más. 5Os
voy a enseñar a quién tenéis que temer: temed al que, después de la muerte,
tiene poder para arrojar a la gehenna. A ese tenéis que temer, os lo digo
yo. 6¿No se venden cinco
pájaros por dos céntimos? Pues ni de uno solo de ellos se olvida Dios. 7Más
aún, hasta los cabellos de vuestra cabeza están contados. No tengáis miedo:
valéis más que muchos pájaros.
Celebramos el Viernes de la Vigésimo Octava Semana del Tiempo Ordinario.
“Dios nos ama” es el clamor fundamental que recorre desde el origen hasta el final del Cristianismo, y que reivindica su gran aportación en la vida de cada persona.
En el Evangelio de este Viernes de la XXVIII Semana del Tiempo Ordinario leemos el Evangelio de San Lucas (Lc 12,1-7).
Jesús sigue denunciando a los fariseos y juristas, criticando su “hipocresía”, la dicotomía entre el aspecto externo, engañador, y el interno, un corazón lejos de cuanto Dios quiere.
Los discípulos tienen que evitar esa levadura, que en vez de fermentar la masa, la corrompe. Y los anima a la transparencia, la conducta noble, abierta que no teme la luz.
Les invita a prepararse para sufrir persecución: “No temáis a los que matan el cuerpo, y después de esto no pueden hacer más”.
Dirijámonos a Dios en este día: “Recibe, Señor, nuestros miedos y transfórmalos en confianza. Recibe, Señor, nuestro sufrimiento y transfórmalo en crecimiento. Recibe, Señor, nuestro silencio y transfórmalo en adoración. Recibe, Señor, nuestras crisis y transfórmalas en madurez...
ESPECIAL: FIRMES Y SEGUROS EN JESUCRISTO.
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