INTRODUCCIÓN AL BLOG
Evangelio del día + breve explicación en un minuto.
La Iglesia antes de ser evangelizadora y caritativa es escuchadora de la Palabra.
¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen como María de Nazaret! Gracias por tu visita. Si te ha gustado añade me gusta. Compártelo en las redes.
La Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, que ilumina la vida de cada hombre y mujer creyentes. Bien sabemos que «el plan de la revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente ligadas…y la verdad profunda de Dios y de la salvación del hombre que transmite dicha revelación, resplandece en Cristo, mediador y plenitud de toda la revelación» (D.V. 2).
En aquel tiempo, dijo uno del público a Jesús:
«Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia.»
Él le contestó: «Hombre, ¿quién me ha nombrado
juez o árbitro entre vosotros?»
Y dijo a la gente: «Mirad: guardaos de toda
clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus
bienes.»
Y les propuso una parábola: «Un hombre rico tuvo
una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos: "¿Qué haré? No tengo donde
almacenar la cosecha." Y se dijo: "Haré lo siguiente: derribaré los
graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el grano y el
resto de mi cosecha. Y entonces me diré a mí mismo: Hombre, tienes bienes
acumulados para muchos años; túmbate, come, bebe y date buena vida." Pero
Dios le dijo: "Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has
acumulado, ¿de quién será?" Así será el que amasa riquezas para sí y no es
rico ante Dios.»
Celebramos el Lunes de la Vigésimo Novena Semana del Tiempo Ordinario.
No olvides que la dimensión religiosa constituye un elemento decisivo y fundamental del ser humano, y olvidarla tiene grandes consecuencias para la sociedad y para el hombre mismo.
En el Evangelio de este Lunes de la XXIX Semana del Tiempo Ordinario leemos el Evangelio de San Lucas (Lc 12,13-21).
Un hombre se acerca a Jesús para que mediara en el reparto de la herencia con su hermana. Jesús advierte y previene sobre la codicia de los bienes, que nos hacen sentir seguros pero que es incapaz de garantizar la continuidad de la vida.
Amontonar riquezas para uno mismo es lo contrario a mostrarse generoso y desprendidos, poniendo la confianza solamente en Dios.
Pidamos generosidad para anunciar y proclamar el Reino de Dios en nuestros ambientes:
“Señor Jesús, enséñanos a ser generosos, a servirte como Tú mereces, a dar sin medida, a combatir sin temor a las heridas, a trabajar sin descanso, sin esperar otra recompensa que saber que hemos cumplido tu santa voluntad” (San Ignacio de Loyola). Amén.
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