Evangelio del día + breve explicación en un minuto.
La Iglesia antes de ser evangelizadora y caritativa es escuchadora de la Palabra.
¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen como María de Nazaret! Gracias por tu visita. Si te ha gustado añade me gusta. Compártelo en las redes.
La Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, que ilumina la vida de cada hombre y mujer creyentes. Bien sabemos que «el plan de la revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente ligadas…y la verdad profunda de Dios y de la salvación del hombre que transmite dicha revelación, resplandece en Cristo, mediador y plenitud de toda la revelación» (D.V. 2).
6Otro sábado, entró él
en la sinagoga y se puso a enseñar. Había allí un hombre que tenía la mano
derecha paralizada. 7Los
escribas y los fariseos estaban al acecho para ver si curaba en sábado, y
encontrar de qué acusarlo. 8Pero
él conocía sus pensamientos y dijo al hombre de la mano atrofiada: «Levántate y
ponte en medio». Y, levantándose, se quedó en pie. 9Jesús les dijo: «Os voy
a hacer una pregunta: ¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer el bien o el mal,
salvar una vida o destruirla?». 10Y, echando en torno una mirada a todos, le dijo: «Extiende tu
mano». Él lo hizo y su mano quedó restablecida. 11Pero ellos, ciegos por
la cólera, discutían qué había que hacer con Jesús.
Celebramos el Lunes de la Vigésimo Tercera Semana del Tiempo Ordinario.
Hoy es necesario cimentar la fe cristiana en un testimonio válido que sea capaz de convertirse en la auténtica "roca angular” de la vida y de nuestra fe.
La auténtica fe cristiana se debe fundamentar en la experiencia pascual de Jesús de Nazaret, vivida y testimoniada por los apóstoles, unos testigos válidos, que puedan dar soporte estructural a una continuidad legítima entre nosotros y el mismo Jesús.
En el Evangelio de este Lunes de la XXIII del Tiempo Ordinario leemos el Evangelio de San Lucas. Jesús cura en la sinagoga y en sábado a un hombre que “tenía la mano derecha seca”. (Lc 6,6-11).
Llama la atención la actitud y el modo de comportarse que tienen Jesús y los escribas-fariseos. Mientras que los escribas y fariseos, a escondidas, se dedican a espiar; la actitud de Jesús es liberadora y abierta. Y a Jesús no le importa que le acusen porque lo más importante es hacer el bien y no el mal, y de esa manera se santifica el sábado. Es el hombre, no la ley, quién debe ocupar el centro, porque como bien decía San Ireneo: “la gloria de Dios es la vida del hombre, y la vida del hombre es la visión de Dios”.
Pedimos especialmente a Dios que nos aumente la fe, la esperanza y la caridad. Amén.
ESPECIAL: FIRMES Y SEGUROS EN JESUCRISTO.
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